En los tiempos idos el mensaje político del gobernador durante la rendición de su informe anual de actividades lo encontrábamos en los párrafos finales de su texto, que se convertía en “la nota” y provocaba destacarla en portada o darle “la de ocho”, la principal.

Ahora, en la era naranja, el mensaje político del primer informe de gobierno de Enrique Alfaro Ramírez estuvo en el graderío, particularmente en las primeras filas del recinto legislativo, donde hasta podríamos creer o interpretar que las ausencias notorias, como la de los ex gobernadores, por ejemplo, fue fríamente calculado para que no “robaran cámara”. O quizás no, pero resultó.

Si alguna lectura le damos a lo que vimos el miércoles en esas hileras de butacas del recinto legislativo, es el cierre de filas del grupo compacto del alfarismo puro, sin la inclusión de figuras ajenas que no sólo llegaron en la coyuntura electoral del 2015 y repitieron en el 2018 sino que ahora ya abiertamente se desmarcan para ir en busca de nuevos aires partidistas más inclinados a la Cuarta Transformación o a la tradición política azul que a la Refundación.

El mensaje fue muy claro: el grupo compacto del alfarismo cierra filas. Y así vimos en primera fila a Hugo Luna, Clemente Castañeda, Ismael del Toro y Enrique Ibarra Pedroza, acompañados de Dante Delgado Rannauro, mientras que fueron relegados a la segunda fila los alcaldes de Zapopan, Jesús Pablo Lemus Navarro, y de Tlaquepaque, María Elena Limón García. Les marcaron la raya y los colocaron en donde creen que deben de estar ahora.

Lemus Navarro no sólo ha sostenido encuentros con la dirigencia nacional de Morena y otros personajes del partido lópezobradorista -aunque no se descarta que termine en los brazos del panismo, al no tener partido aborrecido si eso le permite seguir satisfaciendo sus ambiciones políticas-, sino que ha abierto un frente ante el gobernador Alfaro Ramírez del que se ha convertido en un obstáculo para la concreción de la venta de la Villa Panamericana, desmintiéndolo públicamente en varias ocasiones sobre la situación que guarda el complejo habitacional.

Limón García, por su parte, envió un claro mensaje al borrar todo vestigio del color naranja -antes tan característico- del escenario en el que rindió su primer informe en octubre pasado, aunado a las versiones que trascienden sobre acercamientos con Morena y de una alianza con la diputada federal del PRD, la tlaquepaquense, Juárez Piña.

Si bien no hay diferencia ni distanciamiento alguno con Salvador Zamora, alcalde de Tlajomulco, no ser parte de ese equipo original compacto lo dejó fuera también de estar en esa primera fila al lado de los alfaristas puros.

Sin duda que el escenario actual por el que atraviesa el partido Movimiento Ciudadano en Jalisco, con un gobierno estatal que va en descenso en popularidad y alcaldías que políticamente no tienen mayor relevancia, obliga a una recomposición de su estrategia con miras a lo que viene en el 2020, año preelectoral, cuando tendrán que tomarse nuevas decisiones e integrar nuevos cuadros, aún y cuando provengan de otros partidos políticos.

Por lo pronto, el mensaje del miércoles seis fue muy claro: dejar evidencia de quiénes quedan fuera del primer círculo alfarista y la vuelta al origen.