Como presidente municipal de Tlajomulco, Enrique Alfaro Ramírez denunciaba que había recibido un municipio en “bancarrota” y destrozado, y aseguraba que durante la administración de su antecesor, el panista Antonio Tatengo, se habían cometido escandalosos actos de corrupción y que lo iba a meter a la cárcel.
Y presentó una denuncia penal en su contra, al igual que contra quienes fungieron como secretario general y tesorero, Armando Álvarez Chávez y Carlos Romero, respectivamente, por un presunto desvío de recursos por más de 70 millones de pesos, mientras el Congreso del Estado le impuso al ex munícipe cargos por 177 millones de pesos que presuntamente no aparecieron en la revisión de su Cuenta Pública.
Por aquellos días de aquel año, esto era lo que Alfaro Ramírez le decía a través de los medios de comunicación a Tatengo:
“Dar rueda de prensa no te quita lo rata…”. “El PAN sabe que es un ladrón y simplemente nadie ha metido las manos para defenderlo, porque hay cosas que son indefendibles…”.
Sin embargo, a finales de aquel 2011 el Juez Sexto de Distrito en Materia Penal, Francisco Martín Hernández Zaragoza, absolvió a los acusados de la presunta desaparición de los 177 millones de pesos y ordenó dejar sin efecto la orden de aprehensión que se había girado en junio anterior en contra del tesorero Carlos Romero, quien previamente había obtenido una suspensión provisional a su favor .
Algunas versiones cuentan que el arreglo de este caso fue político entre la administración alfarista y Casa Jalisco, pues eran los tiempos de Emilio González Márquez, de quien se decía que Tatengo había sido su candidato a Tlajomulco.
Haya sido una resolución legal o un acuerdo político, la verdad es que el discurso contra la corrupción al inicio de su administración en Tlajomulco le dejó excelentes dividendos políticos y mediáticos a Alfaro Ramírez. Supo “vender” muy bien éste tema que hizo que sus bonos se incrementaran, aunado a aquella declaración de que Tlajomulco era “territorio libre de Raúl Padilla”.
¿A qué viene todo lo anterior? Bueno, a que una vez más escuchamos en boca de Enrique Alfaro Ramírez, al asumir la presidencia municipal de Guadalajara, un discurso muy similar a aquel de cuando llegó a gobernar Tlajomulco. Hoy denuncia otra vez que recibe una Guadalajara en desastre y en bancarrota, y reitera que en la administración de Ramiro Hernández García la corrupción estuvo a la orden del día y que habrá de castigar o ir en contra de los responsables.
En su discurso de cuando rindió protesta anteayer en pleno Salón de Cabildo se le escuchó dentro y fuera preguntar: “¿Cómo permitimos que un puñado de funcionarios, políticos, empresarios y magistrados corruptos impusieran el interés privado por encima del público, condenándonos a vivir en medio de un caos urbano?…”.
Posteriormente en la Plaza Liberación, ante ciudadanos a los que convocó posteriormente a la sesión solemne de Cabildo, Enrique Alfaro expresó que el gobierno que salió “se manchó” y se refirió a lo que se presume es una irregularidad o ilícito, luego de que los regidores habrían sesionado es pregunta) por la “noche, en lo oscurito como suelen hacerlo -¿no estuvieron los regidores del Partido Movimiento Ciudadano?-; el gobierno tuvo una sesión de Cabildo para autorizar que los constructores que hicieron el mercado Corona les den más millones de pesos, porque no le salieron las cuentas, porque no le sale el negocio…”.
¿Quiénes serán, con nombre y apellido, los “funcionarios, políticos, empresarios y magistrados corruptos…” a los que se refirió Enrique Alfaro en su discurso? Ojalá y los conozcamos cuando con pruebas presente las denuncias correspondientes ante la autoridad respectiva, porque como discurso sí dio para que los medios de comunicación lo destacaran, pero los tapatíos y sociedad en general mucho le agradecerán que si deveras tiene el propósito de que se castigue y sancione a todos esos corruptos, su denuncia no quede para el simple impacto mediático sino que se concrete en denuncias sólidas, fundadas, con pruebas contundentes, que no le den margen a los responsables de encontrar una salida para no pisar la cárcel o para no ser sancionados, y mucho menos que todo se arregle con acuerdos políticos.
Ah, claro, y que tampoco las “baterías” se dirijan a “chivos expiatorios” que terminen pagando las fechorías de los presuntos “peces gordos”, tanto de la vida pública (“funcionarios, políticos y magistrados”) como de la privada (empresarios).
La verdad es que lo que menos queremos es la “versión tapatía” de lo sucedido en Tlajomulco años atrás. Si deveras su deseo de combatir y castigar los actos de corrupción no es mera pose, por supuesto que le vamos a aplaudir y reconocer las acciones concretas y contundentes con que lo demuestre.
De otra manera, entonces que su discurso para la “tribuna” (entiéndase los medios de comunicación) se lo aplaudan sus fieles seguidores.