Salvo la de Enrique Alfaro Ramírez -quien ha desembolsado ya 5.5 millones de pesos del erario público-, ninguna otra voz ha salido en defensa de las dos obras ya inauguradas y una más anunciada que forma parte del programa Arte Urbano.
Ni siquiera sus propios autores han salido a defender lo que el presidente municipal de Guadalajara se empeña en imponer, pese a la gran cantidad de quejas, críticas, oposición y opiniones en contrario que se han manifestado a través de diversos medios de comunicación y en las redes sociales.
Hay que subrayar que la crítica y la polémica no es respecto al propio programa en sí -Arte Urbano-, sino a la forma y modo en que el alcalde de Guadalajara pretende llevarlo a cabo. Imponiendo su criterio y su decisión. Él eligió qué obras, quién las elaboraría, dónde se colocarían y cuánto se pagaría por ellas.
Nadie era o fue merecedor de que se le consultara.
Pero ahora todo se complicó. Las obras no gustan o no generan opinión favorable, los lugares donde han sido colocadas o se pretende colocar no parecen ser las más indicadas y también fueron criticadas y cuestionadas, y el pago que se hizo por ellas ha generado irritación y enojo porque se coincide en que no es más que un derroche del dinero de los tapatíos que tiene como fin cerrar compromisos de campaña, en algunos casos… y en otros también.
Pero repasemos:
1. La polémica y la discusión la abrió el propio Alfaro Ramírez cuando dio a conocer que en la plazoleta del templo Aranzazú sería colocada una maceta gigante (la macetota), con un rostro al frente y un árbol sembrado en su centro, por la que se pagaría 5.2 millones de pesos a su autor Jorge Fors, cantante que lo apoyó en la campaña a la alcaldía, aunque Alfaro había dicho que el costo eran 4.5 millones de pesos.
Nadie ha aplaudido esa obra que ahora ya no hallan dónde colocarla, porque de acuerdo al INAH no pueden hacerlo donde el alcalde quería.
Y hasta el momento, Jorge Fors no ha emitido declaración alguna.
2. Luego le llovieron críticas cuando por fin inauguró la primera obra de este programa: “La Plumota”, de Pedro Escapa. Una monumental pluma o boligrafo que por las noches se enciende a la mitad en color rojo y por el que se sacaron de las arcas públicas. 1.3 millones de pesos para pagarla.  El pretexto -sacado de la chistera- fue que era un homenaje a los periodistas y escritores “caídos”, cuando precisamente han sido periodistas y escritores los que han lanzado fuertes críticas a esta obra y ninguno de ellos ha coincidido en que esa “plumota” deveras rinda tributo a los periodistas asesinados.
Paradójico: homenaje a los periodistas por quien ha sido el gobernante que más los ha ofendido y maltratado, en un camellón en el que la obra se pierde a la vista de los raudos automovilistas y pocos peatones: el cruce de las avenidas Américas y Pablo Neruda.
Y hasta el momento, Pedro Escapa no ha hecho declaración alguna.
3. La más reciente obra inaugurada, la segunda, denominada “Sincretismo”, de Ismael Vargas y por la que se pagó nada menos que 5.3 millones de pesos de los impuestos -como el predial, por ejemplo, que pagaron los tapatíos, ha generado el enojo, la irritación y la protesta de un importante sector de la grey católica que rechaza que la imagen de la Virgen de Guadalupe sea colocada como ornato urbano en el cruce de la avenida Federalismo y la calle Hospital.
Los cardenales, el emérito, Juan Sandoval Iñiguez, y el también Arzobispo de Guadalajara, José Francisco Robles Ortega, no la aprobaron. El primero consideró que esta obra es una ofensa a los católicos y exigió su retiro; el segundo, más prudente, consideró que dicha obra estuvo “mal lograda”, y aunque no haya tenido el propósito de ofender a los católicos, la autoridad municipal debe atender el reclamo de quienes se sienten ofendidos y actuar en consecuencia. Ambos prelados cuestionaron que se hayan destinado millonarios recursos públicos cuando hay otras necesidades más urgentes e importantes de la población.
Y hasta el momento, Ismael Vargas no ha expresado declaración alguna.
Así, pues, debe aceptarse que la forma en que se ha impuesto este programa “Arte Urbano” ha sido un fracaso, en el que tanto la obra, como el lugar donde se han colocado y los montos millonarios que se han pagado por ellas son reprobados de manera unánime. Incluso, las tres obras referidas han servido de materia prima para los cartonistas que demuestran una enorme creatividad para mofarse del tema.
Sin embargo, todos parece indicar que como dijo el alcalde Alfaro: “las palabras se las lleva el viento”, y quizás confía en que al final de la próxima jornada electoral los votos se queden en las urnas… a su favor.
Al tiempo.