Cuando le preguntaron -Grupo Reforma- a Ismael del Toro Castro, presidente municipal electo de Guadalajara, cómo será su relación con los tapatíos, toda vez que la de su antecesor fue de enfrentamiento, no dudó en “pintar su raya” del hoy gobernador electo, Enrique Alfaro Ramírez, y dijo textualmente:

“Mi estilo es el diálogo, la conciliación, eso lo entendió muy bien la sociedad tapatía al darme la confianza y obtener el triunfo; yo estoy en esa lógica del proyecto de conciliación en la ciudad para lograr la paz de los tapatíos. Hay que volver a hacer coincidencias y dejar de tener enfrentamientos, y la autoridad va a poner el ejemplo de mi persona de siempre estar escuchando, buscando una agenda común y no tratar de imponer agendas, y dialogar mucho para lograr esas coincidencias”.

Interesante, no que Del Toro declare que su estilo es de diálogo y conciliación, pues no tenemos registrado un comportamiento en contrario; lo que llama la atención es el reconocimiento tácito de que la de Alfaro sí fue una relación con la ciudadanía de enfrentamiento, lo que tampoco es una sorpresa cuando fue evidente para todo el mundo durante el tiempo que estuvo al frente del Ayuntamiento tapatío. Sin embargo, en más de una ocasión el aún presidente municipal con licencia negó que así hubiese sido su relación con sus gobernados.

Por supuesto que también tiene relevancia, en voz de quien será el próximo munícipe de Guadalajara, el que advierta que él no impondrá agendas, que implícitamente quiere decir que Alfaro sí lo hizo, pese a que lo negaba una y otra vez. Y algo más en las declaraciones de Ismael del Toro: que confiesa que buscará “dialogar mucho” con la ciudadanía para lograr coincidencias. Otro reconocimiento de que su antecesor no lo hacía (dialogar), pese a que él decía tomar en cuenta la opinión de los tapatíos.

La verdad es que no podemos esperar, en su actuar, que Ismael del Toro no gobierne como lo hizo en Tlajomulco al suceder también a Enrique Alfaro, tras un interinato de Alberto Uribe, pero por supuesto que la exigencia de gobernar nada menos que la capital del estado y la segunda ciudad más importante del país será mayor que la que enfrentó en Tlajomulco.

Interesante resulta, pues, que el próximo presidente municipal de Guadalajara deje en claro, con antelación, que su actuación al frente del gobierno tapatío no será una copia de quien lo antecedió -con también un interinato de por medio, esta ocasión de Enrique Ibarra Pedroza-, concretamente en todo aquello que le fue criticado como fue su enfrentamiento con los ciudadanos y la imposición de agendas.

Al tiempo.

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