Ayer entre las 10 y 12 de la noche arribaron al aeropuerto de Guadalajara, provenientes del Distrito Federal, el aspirante a senador, Héctor Vielma Ordoñez, y el senador Ramiro Hernández García, como se fueron a la capital del país: sin definición sobre quién será el candidato del PRI a la presidencia municipal de Zapopan.
Vielma Ordoñez no quita el dedo del renglón ni cede un ápice para que sea su ex colaborador en la secretaría de Desarrollo Social en el Ayuntamiento, Héctor Robles Peiró, mientras que Hernández García se ve inmerso en esta encrucijada ante la promoción que de su persona hicieran para este cargos las dirigencias nacional y estatal.
Héctor Vielma considera que tiene todo el derecho de imponer al candidato a la alcaldía por tener el control de la dirigencia municipal de su partido, del Consejo Político municipal y la estructura que le da tener el poder en el Ayuntamiento; en tanto que las dirigencias nacional y estatal consideran que no puede desaprovecharse la experiencia, capacidad y trayectoria de un hombre que no logró ser candidato a la gubernatura y que encontraron en Zapopan el entorno más favorable para ganar una elección, y que por ello él debe ser el abanderado.
Pero los “estira y afloja” de un lado y otro han sido las características de una pésima operación política que ahora el Comité Ejecutivo Nacional pretende resolver ofreciéndole al Senador la posibilidad de ser candidato a la alcaldía de Guadalajara, sin importarle con ello hacer a un lado a quien por fin logró salir airosa en medio de un “lodazal” generado por las mismas dirigencias y que forma parte del mismo grupo político de Ramiro Hernández: Rocío Corona Nakamura.
La incapacidad y torpeza del CEN y del comité estatal han llevado al primero a plantear esa propuesta: quitamos a Rocío e imponemos a Ramiro… y colorín colorado.
Lo peor que puede hacer Ramiro Hernández por su trayectoria y carrera política es aceptar la absurda propuesta del Comité Nacional: quédese en Guadalajara y olvídese de Zapopan, porque fuimos incapaces de lograr que fuera usted el candidato. Así de sencillo.
Aceptarlo sería borrar y perder “de un plumazo” la imagen positiva que mucha gente tiene de èl y quedaría muy por debajo de la que hoy colocó en una muy buena posición el joven político Salvador Caro Cabrera, quien al ver que su partido le cerraba las puertas para ser el candidato a la alcaldía de Guadalajara, decidió rechazarles la candidatura a diputado local que ya le había dado a otra aspirante a la alcaldía, Claudia Delgadillo: la del Distrito 11.
Hoy Héctor Vielma hace su juego -válido, por supuesto-, y hasta el momento va ganando la partida, pero Ramiro Hernández no debe ser quien pague la enorme incapacidad y las torpezas de sus dirigentes que lo único que han demostrado es su singular facilidad para complicar las cosas en un terreno que les era favorable, y que insisten en hacer política como cuando eran los únicos que ostentaban el poder.
Los plazos no se acaban hoy, día del registro, pues tanto Ramiro Hernández como Héctor Robles pueden registrarse y dejar que en el camino, en vísperas de que se celebre la convención de delegados, se llegue a un arreglo… que quizás sea mucho pedir a las dirigencias priistas.