En diez meses que estuvo al frente de la secretaría general del Ayuntamiento de Guadalajara, el profesor Tomás Vázquez Vigil no estuvo agusto. Y no lo estuvo porque eso no era lo suyo. La habilidad para la negociación no es su principal virtud ni su habilidad, pues formado en la estructura del magisterio bajo la batuta de la maestra Elba Esther Gordillo, ahí no había de otra que la línea vertical de mando.
Vamos, en su tiempo de dirigente nacional del SNTE jamás tuvo que lidiar con corrientes disidentes como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) o secciones rebeldes como las de Oaxaca y Guerrero. En sus tiempos era: “lo dice la Maestra”. Y porque lo decía la Maestra, se acataba y ya.
En el Senado de la República, Vázquez Vigil fue simplemente representante del magisterio, nunca de los jaliscienses. Y así era, porque en su tiempo de senador no había legisladores como los Noroña o corrientes contrarias al mando de quien era el coordinador de la bancada senatorial.
Por eso, y otras razones más, es que su espacio en el gobierno de Ramiro Hernández García no era la secretaría general. Y en los hechos quedó demostrado. Nunca supo cómo enfrentar el problema de los vendedores ambulantes en el Centro Histórico de Guadalajara, un problema que se le presentó desde el inicio mismo de la administración, y al que no le supo hacer frente porque simplemente muchos de estos vendedores pertenecen a organizaciones adheridas al PRI, y concretamente al sector popular del que él forma parte.
No dudamos que hizo su mayor y mejor esfuerzo, pero fracasó.
Vázquez Vigil creyó que ese problema podía ser abordado, atendido y solucionado por sus subordinados o por el propio presidente municipal, quien era el que daba la cara ante los medios para hablar del asunto y eso le costaba un desgaste innecesario.
Pero no sólo eso. Tomás Vázquez evitaba a los medios de comunicación. Entre menos entrevistas pudiera dar, mejor. No fueron pocas las ocasiones en las que prácticamente huyó de los reporteros por la “puerta de atrás”. Cuando se le buscaba para atender a los periodistas, simplemente… ¡ya se había ido!
Al paso del tiempo, de estos primeros diez meses de gobierno, Vázquez Vigil no tuvo otra salida que salir al paso del problema de los vendedores ambulantes, pero con serias diferencias con quien era el director de Inspección y Vigilancia, Salvador Orozco Santillán y con quien nunca se pudo entender.
Y esto quedó evidenciado en la acusación que éste hizo en contra de la Secretaría General de ser la que ordenó tolerar a los ambulantes en espacios prohibidos.
El alcalde Ramiro Hernández carga con parte de la responsabilidad de esta crisis en su gobierno, por haber colocado a Tomás Vázquez Vigil en un cargo para el que no cubría el perfil requerido, por mucho que su compadre fuera.
Vázquez Vigil dijo ayer que le dolía dejar el cargo, pero sin duda que a quien le dolió más pedrle que lo hiciera fue al propio Ramiro Hernández quien posiblemente lo hizo aun y en contra de su voluntad.