Ahora resulta que los 148 mil 966 votos de diferencia que determinaron la victoria de Jorge Aristóteles Sandoval Díaz sobre Enrique Alfaro Ramírez en la elección por la gubernatura en 2012 se debieron a las llamadas que de madrugada se hicieron los días previos a la elección de aquel domingo siete de junio a nombre del entonces candidato del Partido Movimiento Ciudadano.
Lo anterior, de acuerdo a la información que ha provocado revuelo en las redes sociales sobre las declaraciones que el hacker Andrés Sepúlveda hizo a Bloomberg Businessweek que tituló: “Confessions of a political hacker”, y que el propio Alfaro Ramírez toma ahora como las razones de su derrota en aquella elección.
Según Bloomberg Businessweek, Sepúlveda confesó lo siguiente respecto a la elección en Jalisco:
“Durante la noche electoral, hizo que computadores llamaran a miles de votantes en el estratégico y competido estado de Jalisco, a las 3:00 a.m. con mensajes pregrabados. Las llamadas parecían provenir de la campaña del popular candidato a gobernador de izquierda, Enrique Alfaro Ramírez. Esto enfadó a los votantes -esa era la idea- y Alfaro perdió por un estrecho margen…”.
A lo anterior, el actual alcalde de Guadalajara reaccionó con la siguiente declaración:
“Dije hace mucho tiempo que la verdad saldría tarde o temprano a flote. Ahí está la verdad de la mugre del PRI, la manera en cómo operaron…”.
Por supuesto que nadie puede asegurar que la elección del 2012 fue limpia, como tampoco fue la del 2015 cuando Alfaro ganó la alcaldía de Guadalajara y cuando, al igual que en Zapopan, se denunció que el Partido Movimiento Ciudadano recurrió precisamente al método que el hacker reveló que llevó a cabo sin mayor pruebas que sus simples palabras: la de las llamadas en la madrugada a varios domicilios, promoviendo las candidaturas de los aspirantes priistas.
Sin duda resulta muy aventurado afirmar que la diferencia de 4.37% de la votación con la que Aristóteles le ganó a Enrique fue gracias a la presunta operación del hacker que confesó que también intervino en la elección que ganó Enrique Peña Nieto a sus dos principales adversarios, Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador.
Alfaro y los alfaristas -así lo reconocieron varios de ellos- saben que la principal causa de su derrota en 2012 fue la carencia de una estructura de su partido y de la efectividad de la poca que tenían. Y si hubo ciudadanos que pensaban votar a su favor y no lo hicieron por esas llamadas en la madrugada, entonces quiere decir que el candidato naranja no tenía los atributos para que el jalisciense votara convencidamente a su favor, a pesar del “riiinggg” de las tres de la mañana.
Por supuesto que hablar de las causas de una derrota de hace cuatro años podría ser en estas fechas ocioso cuando no hay pruebas que las soporten -¿o basta que alguien diga lo que hizo sin prueba alguna?-, pero no deja de llamar la atención la reiterada victimización a la que recurre el munícipe de Guadalajara.
Alfaro perdió en 2012 porque no tenía con qué ganar. Y él y los ocho verdaderos alfaristas lo sabían y lo saben. Pero hoy es diferente. El triunfo en 2015 lo coloca en una posición con bastante ventaja para ganar en 2018, sin ignorar que durante el tiempo que falta para ese proceso, como lo ha hecho el tiempo que lleva al frente del Ayuntamiento de Guadalajara, seguirá colocándose en la posición de víctima de los malosos que le antecedieron o que despachan en Palacio de Gobierno.
La pregunta es si esa postura le rendirá frutos de aquí a entonces. Al tiempo.