Enrique Alfaro, el alcalde de Guadalajara por el partido Movimiento Ciudadano (MC), ha hecho de hacerse la víctima toda una estrategia para ganar adhesiones y votos. ¡Y para no rendir cuentas de sus actos!
Y como toda víctima necesita victimarios, Alfaro los ha encontrado fácilmente: el PRI, el PRD, Raúl Padilla López, “los políticos de siempre”, “los partidos de siempre” o los medios de comunicación que “están friegue y friegue y friegue y friegue”.
En sus momentos se victimizó cuando dejó el PRI, simplemente porque no lo hicieron candidato. Hasta ese momento no había constancia de que Alfaro estuviera en contra de la actuación y las prácticas priistas.
De nueva cuenta se hizo la víctima, ahora de Raúl Padilla López, cuando decidió incumplir todos los compromisos que había hecho con éste y el grupo político que controla a la Universidad de Guadalajara, para ir como candidato del PRD en Tlajomulco en el 2009.
Una vez en el gobierno de ese municipio, se victimizó nuevamente para justificar que no cumpliría sus compromisos de campaña. El victimario en aquella ocasión, Antonio Tatengo, el exalcalde panista a quien Alfaro acusó de dejarle un desastre.
Ahora también acude como alcalde de Guadalajara a ponerse el traje de víctima para responsabilizar a la anterior administración del priista Ramiro Hernández por no poder arreglar las calles, ni dar seguridad ni cumplirles tantos compromisos que les hizo a los tapatíos en campaña.
Pero para lo que más le ha servido a Enrique Alfaro la máscara de víctima es para no darles explicaciones ni rendirles cuentas claras a los ciudadanos.
Sí lo descubrieron en el 2011 viajando a Cuba en avión privado y sin avisarle al cabildo tlajomulquense, se escudo en su papel de víctima, acusando a sus enemigos políticos de querer descarrilar su proyecto.
Pero lo mismo ha hecho cuando se le pidió transparentar los contratos de la construcción del nuevo edificio del gobierno municipal de Tlajomulco, o cuando se le pide aclarar a cabalidad los enormes gastos de sus campañas del 2012 y 2015, o cuando se le cuestiona por el origen de su patrimonio, o cuando se le pide que explique hasta dónde llega su relación con el detenido Sergio Schmidt, o acerca de los antecedentes penales de algunos de sus colaboradores en MC, o sobre las irregularidades de las millonarias contrataciones de las empresas dedicadas a promover su imagen.
Sí, hacerse la víctima le ha redituado a Enrique Alfaro. Gracias a esto ha podido justificar incumplirles a los ciudadanos, brincar de partido en partido y de cargo público a cargo público.
Pero a lo que más raja le ha sacado Alfaro a su estrategia de victimizarse ha sido, sin duda, para salirse de los asuntos escabrosos en los que se ha metido, y se seguirá metiendo, una y otra vez.