En las últimas semanas, tal vez como una reacción a las contingencias ambientales de la Ciudad de México, a tirios y troyanos se les ocurrió presentar sus iniciativas verdes para combatir la contaminación del aire en la zona metropolitana de Guadalajara.
Se subieron a la ola el Gobierno del Estado, a través de la Secretaria de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial María Magdalena Ruiz Mejía; el Observatorio Ciudadano de Movilidad y Transporte Público, a través del dirigente estudiantil Alberto Galarza; y el Partido Movimiento Ciudadano (MC), por medio de su diputado local Alejandro Hermosillo.
¡De las tres no se hace una!
Las acciones que las tres iniciativas proponen no son más que más de lo mismo de lo que ya se ha hecho y no ha funcionado.
El gobierno estatal propone gastar el primer año 3oo millones de pesos para financiar un sistema de transporte escolar (¿no les corresponde eso a las escuelas y padres de familia?), mejoras a las ¡ladrilleras! (¿no las habían metido ya en cintura para que cambiaran de combustible?), reforzar la red de monitoreo (¿entonces cómo sabemos cuál es la calidad de nuestro aire?) y combatir la corrupción en los centros de verificación vehicular (¿cómo?), combatir los incendios forestales (¿qué? ¿no se hace eso ya?) y reforzar el sistema de denuncia para empresas contaminantes (¿que no siguen ahí las multi demandadas empresas contaminantes de Miravalle?).
El Observatorio Ciudadano, que se voló la barda proponiendo el regreso de la tenencia, agregándole el adjetivo de verde, para recaudar 5 mil millones de pesos anuales y formar el Fideicomiso Verde, manejado por “expertos” en el tema, se fue también sobre puras propuestas que son lugares comunes que se han repetido una y otra y otra y otra vez sin dar buenos resultados.
El partido MC simplemente propone que las multas, fotomultas y refrendos vehiculares se destinen a una partida para las acciones verdes de los gobiernos (mil 500 millones de pesos).
El problema de fondo es que las tres iniciativas proponen más de lo mismo: mejorar el sistema de transporte público (¿por qué debemos subsidiar a los transportistas?), plantas más árboles (¿no lo pueden hacer con lo que ya recaudan?), verificación vehicular (¿no se hace ya sin buenos resultados?), impulsar el transporte público y los sistemas no motorizados para desincentivar el uso del automóvil (¿y si la gente al final no deja el auto, como no sucedió en la Ciudad de México con 12 líneas de metro, MetroBus, sistema amplio de bicicletas públicas y más?).
Al final, lo que demuestran estas tres iniciativas, es la ausencia de un diagnóstico confiable y transparente del cuál partir, la falta de liderazgo en los espacios político y social para subir a la sociedad a la lucha por mejorar el aire, la falta de evaluación de las acciones emprendidas, la incapacidad de buscar soluciones novedosas y de fondo y la improvisación que se hace evidente cuando los actores se quieren subir de pronto a una ola mediática.
¿Se requiere mejorar la calidad del aire de la zona metropolitana? Sí. Pero para hacerlo se necesita un diagnóstico serio y confiable del cual partir, y un proyecto que defina y justifique las acciones a emprender, la forma de financiarlas sin optar por la vía fácil de crear más impuestos y, muy importante, los mecanismo de evaluación para saber a ciencia cierta si éstas están dando resultados.
Con improvisaciones y repitiendo acciones que han demostrado su ineficacia no se mejorará el aire que respiramos.