Aunque el jefe del grupo político que controla a la Universidad de Guadalajara, Raúl Padilla López, considere que la sucesión del Rector General en la casa de estudios “es un evento todavía muy distante”  (MURAL, 23 agosto 2012), lo cierto es que es un buen momento para que la comunidad universitario y la sociedad en su conjunto empiecen a interesarse en los asuntos que tiene que ver con el futuro de la institución encargada de educar a la mayoría de los jóvenes de Jalisco.
La Universidad de Guadalajara es un bien público, no un negocio privado; se sostiene con los impuestos que todos pagamos; por sus aulas pasan la mayoría de los jóvenes jaliscienses que -a todo lo ancho del estado- tienen en esta universidad su única opción de acceder a la educación media-superior y superior; es la institución dueña y responsable de bienes también públicos como el auditorio Telmex, la Biblioteca Juan José Arreola, el Teatro Diana, Canal 44, Radio Universidad, la Feria Internacional del Libro y el Festival de Cine.
Además, la UdeG maneja cada año un presupuesto de alrededor de 10 mil millones de pesos, uno de los más altos entre las universidades públicas del país.
Sin embargo, no obstante su carácter de universidad pública, la Universidad de Guadalajara ha sido manejada por décadas como patrimonio de un reducido grupo político, desde hace 23 años encabezado por Raúl Padilla López.
A este grupo político, y principalmente a Raúl Padilla, lo que menos le conviene es que la sucesión de Marco Antonio Cortés Guardado -el actual Rector General-, que deberá decidirse formalmente en marzo del 2013, se convierta en un tema de debate público entre la comunidad universitaria y de la sociedad entera. Mientras menos se hable de la sucesión y mientras menos tiempo se hable de ella, Padilla López y su grupo tendrán más margen de maniobra para imponer a otro más de sus incondicionales, sea o no sea lo que más le convenga a la Universidad y a la sociedad.
Por la importancia que tiene la Universidad de Guadalajara en la vida de los jaliscienses y por el papel que debe jugar como un factor de desarrollo para el estado y la región, asuntos como el de la sucesión en la Rectoría General de la Universidad de Guadalajara deben ser parte, desde ya, del debate público.