Si en una entrega anterior referí la ausencia de oposición en los Ayuntamientos de Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá y Tlajomulco, y hacía la excepción en el de Guadalajara donde las bancadas de Acción Nacional y del Partido Movimiento Ciudadano llevan la “batuta” y ponen la “agenda” en la capital, aquí hay que destacar más bien la ausencia de regidores tapatíos en el gobierno.
El PRI tiene en el Ayuntamiento tapatío -además del alcalde Ramiro Hernández García, del secretario general Jesús Lomelí Rosas y del síndico Luis Ernesto Salomón-, a diez regidores más que prácticamente son inexistentes, que ante los problemas en el municipio han preferido “meter la cabeza” bajo la tierra como el avestruz, que no se quieren “despeinar”, que no consideran tener compromiso alguno con el Alcalde y con los ciudadanos que les otorgaron su voto y que simplemente “nadan de muertito”, sacando la mano cada quincena para cobrar su salario.
Los regidores del PRI en el Ayuntamiento de Guadalajara son:  Sandra Espinoza Jaimes, Elisa Ayón Hernández, José Luis Ayala Cornejo, Carlos Alberto Briseño Becerra, Victoria Anahí Olguín Rojas, César Guillermo Ruvalcaba Gómez, José Enrique López Córdova, María Luis Urrea Hernández Dávila, Jesús Gaytán González y Verónica Gabriela Flores Pérez.
Diez regidores de los que podemos decir, como dirían nuestra abuelas, “no se hace uno”.
Estos diez regidores han demostrado no estar a la altura de lo que hoy demanda una sociedad tapatía y con su actitud rayando en lo cobarde, en lo timorato, en lo huidizo de los problemas, no reflejan otra cosa que ser unos “comodinos” de la política, pues ninguno de ellos ha sido capaz de salir al frente, de dar la cara, a los problemas que enfrenta el gobierno del que forman parte.
El gobierno de Ramiro Hernández ha enfrentado dos graves crisis de los que aun no sale del todo: el de los comerciantes ambulantes en el Centro Histórico y el de la inseguridad pública.
En ambos problemas ha tenido que ser el propio Presidente Municipal quien salga a dar la cara antes que los responsables directos de atenderlos, como fue en su momento el secretario general Tomás Vázquez Vigil, hoy con licencia, y el director de la Policía, Carlos Mercado.
A la par, Hernández García y el gobierno priista han estado sometidos a la “metralla” implacable de dos regidores del PAN: Maribel Alfeirán de Coll y Mario Salazar Madera, y ocasionalmente Cristina Solórzano, por un lado; y, por el otro, de los tres del Partido Movimiento Ciudadano: Salvador Caro, Candelaria Ochoa y Juan Carlos Orozco Anguiano.
Y ante esta “arremetida” un día sí y el otro también de los regidores de oposición que han aprovechado la apertura de los medios de comunicación para llenar un suculento vacío que encuentran enfrente, ningún regidor del PRI  ha sido capaz de “toparles”, de salir a defender no sólo a su Alcalde sino al gobierno mismo del que forman parte.
Elisa Ayón Hernández es la regidora, de las cuatro que hay, que más experiencia tiene, pero ha sido incapaz de salirle al frente a Maribel Alfeirán de Coll, convertida hoy en la principal detractora del gobierno municipal. Elisa Ayón, que defendía hasta con las uñas su feudo en el que había convertido al sector popular del PRI, hoy no es capaz de salir a defender el gobierno del que es parte integrante.
Ayón Hernández es hoy, además de inexistente, una regidora asustada que quizás aun esta rumiando su fracaso por haber sido desplazada de la dirigencia de la CNOP a la que quería aferrarse aun en contra de la voluntad de quien tiene la última palabra.
De los regidores, Carlos Alberto Briseño Becerra y Jesús Gaytán González son los de mayor experiencia, pero hoy también los dos son una decepción y fiel reflejo de quienes sólo saben vivir del erario público sin “despeinarse”. Ninguno ha sido capaz de salir a enfrentarse a su ex compañero Caro Cabrera y ni siquiera al panista Mario Salazar. Por algo será.
Los demás regidores y regidoras simplemente están “apanicados”… y por miedo son incapaces ni siquiera de balbucear gemido alguno, ya no digo palabra.
Así, pues, la lista de regidores del PRI en Guadalajara es el más claro ejemplo del craso error de  integrar una planilla por compromisos políticos, por pago de cuotas o por compadrazgos y amiguismo, y prácticamente impuesta sin tomar en cuenta la realidad que hoy vive Guadalajara.
Aun es tiempo de que todos estos regidores demuestren que tienen un compromiso social y que no sólo los llama la ambición de cobrar puntualmente su quincena y estar pensando ya a qué otro cargo público piensan brincar para el siguiente trienio, porque hasta ahora, la verdad, han demostrado ser un verdadero fiasco; no una decepción, porque la verdad nunca generaron la ilusión de un buen trabajo.