El incendio que destruyó el Mercado Corona del centro histórico de Guadalajara es apenas el inicio de los problemas que tendrá que enfrentar la administración del alcalde Ramiro Hernández García por este hecho.
La primera de las secuelas será la definición de las responsabilidades, no sólo del ámbito penal si las hay, sino las administrativas y políticas. Ante un hecho de tal contundencia la opinión pública espera que haya responsables que sean castigados, mínimo por la negligencia de no haber realizado los trabajos preventivos que evitaran la tragedia.
Una administración que ha visto caer ya a un buen número de sus funcionarios del primer nivel, lo menos que necesitaba en estos momentos eran nuevas bajas que aumenten la sensación de que el equipo elegido por Ramiro Hernández estaba muy por debajo del nivel que Guadalajara requiere.
Otro problema grave a enfrentar es darles alternativas de sobrevivencia a los más de 500 comerciantes que mantenían a sus familias de los ventas en el Corona. Encontrar un espacio, o varios espacios, habilitarlos como mercado temporal y que éste llegué a ser lo suficientemente sustentable para tantos vendedores mientras se construye un nuevo mercado es todo un reto.
Por supuesto, poner de acuerdo a más de 500 comerciantes y negociar con todos o con quienes tomen el liderazgo -o los liderazgos- de los mismos representa una de las tareas más difíciles por venir.
El diseño y la ejecución del nuevo mercado implicará también un enorme desafío. En estos tiempos las universidades, colegios de profesionistas, ONG´s, expertos y seudoexpertos -con buena o mala fe- tratan siempre de imponer su criterio en este tipo de proyectos, dificultando la elaboración y ejecución de los mismos.
No menos complicado será la obtención de los recursos que se requieren para la construcción del nuevo mercado. Como se sabe, la situación financiera del gobierno de Guadalajara no está como para enfrentar este tipo de contingencias.
A casi un año de la próxima elección, con una sociedad más exigente y organizada, con actores políticos dispuestos a aprovechar cualquier resbalón de quienes gobiernan, con finanzas comprometidas y con un conflicto social representado por los comerciantes que se quedaron sin su fuente de sustento, al alcalde Ramiro Hernández y a su equipo aún les faltan muchos incendios por apagar.