Mal haría en querer “quemar con leña verde” al payaso “Lagrimita” que representa Guillermo Cienfuegos, porque será candidato independiente a la presidencia municipal de Guadalajara, luego de que la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación resolvió a su favor a ocho días de las elecciones.
Tampoco podemos condenar a los magistrados del TEPJF por la resolución emitida a favor de un payaso, sin conocer el fondo de su decisión si se hizo en función en lo que marca la legislación correspondiente.
Si a alguien hay que criticar por elaborar una legislación electoral sin los “candados” necesarios para que nuestras elecciones no se conviertan en un verdadero circo, es a los legisladores que la elaboraron y aprobaron.
Pero no olvidemos que esta ley que le permite a “Lagrimita” ser candidato independiente a la alcaldía tapatía, es la misma que le da oportunidad a un joven como Pedro Kumamoto serlo para diputado local por el distrito 10 y la misma legislación que hoy tiene al ex priista Jaime Rodríguez “El Bronco”, en la lucha por la gubernatura de Nuevo León que no pocos creen que pueda obtener.
Confieso, y así lo dejé asentado con anterioridad aquí en Marcatextos, que no estoy de acuerdo con que un payaso, por muy popular que sea, se convierta en candidato a un cargo público.
Según el Consejo General del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, “Lagrimita” no obtuvo inicialmente el registro por el hecho de que le faltaron mil -solamente mil- firmas para completar las que por ley requería. Al parecer, por lo que los consejeros manifestaron en su momento, el resto de los requisitos fueron cubiertos plenamente por Cienfuegos.
Ignoro -no he tenido oportunidad de verificarlo y por ello no me atrevo a opinar al respecto- cuál fue la fundamentación de los magistrados electorales de la Sala Superior para revertir la resolución de los consejeros locales y autorizarle a “Lagrimita” convertirse en candidato a la alcaldía de Guadalajara, lo que obligará al IEPC a desechar las boletas ya emitidas sin el nombre de este cantidato y elaborar nuevas cuyo costo será de 2 millones 112 mil pesos.
“Lagrimita” hizo lo que todo buen ciudadano está obligado a hacer: recurrir a las instancias legalmente constituidas para agotar sus recursos que le permitieran ser candidato. No “mandó al diablo” a las instituciones, recurrió a ellas y la última instancia le dio la razón. Tampoco podemos criticar o descalificar a los consejeros del IEPC que consideraron en primera instancia que el payaso ahora candidato no cumplia con los requisitos.
No es la primera vez que el Tribunal le “echa para atrás” una resolución tomada al Instituto Electoral. Hoy se desata el escándalo y se genera toda esa “polvareda” verbal porque el candidato es un payaso que como tal -no como Guillermo Cienfuegos- hará campaña los últimos cuatro días que permite la ley.
Es cierto, la Constitución Política federal establece el derecho de cualquier ciudadano a votar y ser votado. Sin embargo, que nos sirva este caso de “Lagrimita” como lección para exigirle a nuestros legisladores que realicen su trabajo con la responsabilidad y seriedad  que exige una decisión como permitir las candidaturas independientes.
Pero ya con esta decisión tomada por el Tribunal Electoral y acatada por el IEPC en su sesión nocturna de ayer, habrá quien esté muy preocupado porque “Lagrimita” aparecerá en las boletas. Al tiempo.