El ex dirigente del sindicato de los empresarios, Coparmex, Pablo Lemus Navarro,  ha sostenido una campaña en contra del tramo elevado de la Línea 3 del Tren Ligero bajo el argumento de que “tendrá un impacto negativo para vialidades como Avenida Laureles, Ávila Camacho o Revolución”, pero sin los más mínimos fundamentos técnicos que le den la razón.
Ayer escribió en un diario local un texto titulado “Pensar en grande”, en el que ofrece “un sencillo ejemplo” de ese “impacto negativo” que tendría el que la Línea 3 sea elevada, y escribió textualmente (respetando su sintaxis y puntuación):
“Hace unos días me llamó un amigo empresario que tiene dos negocios sobre esta avenida (no precisa cuál: ¿Laureles, Ávila Camacho o Revolución?); me preguntó si verdaderamente se construiría de forma elevada, mi respuesta fue que desafortunadamente ese era el plan gubernamental, su reacción fue inmediata: ‘cerraré mis tintoterías en la zona, aquello será un muladar, lleno de oscuridad, graffiti y ruidoso’…”.
Y luego todavía se atrevió a predecir:
“Este sencillo ejemplo revela lo que sucederá en estas arterias principales de nuestra ciudad, con el consiguiente demérito de los valores de los inmuebles de la zona…”.
La verdad es que ante este “sencillo ejemplo”, las autoridades federales y estatales deberían de anteponer el interés del amigo del ex dirigente sindical, dueño de dos tintorerías, por encima del interés y beneficio de los miles de ciudadanos que exigen ya el servicio de un mejor transporte público, y en particular de los 230 mil pasajeros que trasladará diariamente esta Línea 3 del Tren Ligero cuya extensión será de 21.5 kilómetros.
¡Por qué le hacen eso a un empresario dueño de dos tintoterías…!
Pero no sólo eso. El aspirante a ser presidente municipal -así me lo confesó en enero del 2011- la hace también de adivino -como su amigo el tintorero que pronosticó cómo será el lugar, donde tiene sus dos negocios, en el futuro-, y tras relatar su reciente viaje a Nueva York, auguró que si se hace elevada la Línea 3 del Tren Ligero “caeremos en un error cometido hace 84 años en una ciudad de vanguardia (Nueva York)”, refiriéndose a una “vía elevada abandonada que había sido construida en 1930”, y que hoy es un parque público.
La verdad que con esos razonamientos, ¿para que realizar obras públicas si no sabemos qué sucederá con ellas casi un siglo después de haber sido efectuadas?
El ex dirigente sindical se pronuncia porque los 21.5 kilómetros de la Línea 3 del Tren Ligero sean subterráneos, pero mientras los especialistas aseguran que de esta manera el costo de su construcción se elevaría cuatro veces más y el tiempo de realización sería mucho mayor, Lemus calcula que el aumento “podría ser de 40%” y que esos recursos se podrían conseguir “con capacidad y voluntad de negociación” con el “Gobierno federal, la iniciativa privada o, en último caso, con un endeudamiento de largo plazo…”.
Bueno, seguro cree que los recursos se pueden conseguir fácilmente como lo hizo la Coparmex con el gobierno de Emilio González Márquez, quien le regaló recursos del erario público para la remodelación de sus oficinas.
Finalmente, el dirigente sindical confiesa que “tampoco soy especialista en transporte público” -algunos de sus colegas de la IP y amigos dicen que tampoco es “comunicador”, “empresario” ni “político”-, y hace acopio de modestia: “simplemente intento darle eco a técnicos y vecinos de quienes (…) escucho sus propuestas y desafortunadamente hoy son ignorados por la autoridad”.
¡Que autoridad tan insesible…!
Pero no. La verdad es que el ex dirigente sindical da eco a sus propios intereses y a los de quienes viven en zonas aledañas al tramo desde donde se encuentra el Instituto de Ciencias hasta Circunvalación, incluyendo quizás a su amigo propietario de dos tintorerías.
Entiéndase: Quienes se oponen a que la Línea 3 del Tren Ligero sea elevada -al menos en ese tramo- son aquellas familias de reconocidos apellidos que viven en la colonia Seattle y anexas; aquellos que conviven en el Country Club y que sienten que su “privacidad” será “violada visualmente” por la “chusma” que diario y a todas horas dirgirá su vista desde la altura del Tren Ligero hacia ese lugar.
El ex dirigente sindical habla por aquellos de reconocidos apellidos que se “apanican” porque una estación del Tren Ligero pueda ser instalada cerca de sus casas y donde se apostará la “chusma” en esperad el paso de dicho transporte: Pero aquellos no se atreven a oponerse públicamente porque algunos de ellos son beneficiarios del erario público.
Pero también habla por sí mismo. ¿O por qué el ex dirigente sindical no confiesa dónde tiene ubicado su domicilio para entender por qué su férrea oposición a que por su casa pase la Línea 3 del Tren Ligero de manera elevada, con altas posibilidades de que como vecina tenga a una estación del mismo?
Por eso no se dejen engañar, porque no es “Pensar en grande” sino “Pensar en los grandes intereses particulares” que se sienten dañados, sin importarles el enorme beneficio que esta obra traerá para una inmensa mayoría.
¿O ustedes creen que quienes han puesto “el grito en el cielo” por lo elevado de la Línea 3 se transportarán en ella, aun siendo subterránea?
Y yo no le hago al adivino, ¿eh?