Si bien Guillermo Cienfuegos Pérez hace valer como ciudadano no militante de un partido político los derechos que le otorga la ley para buscar ser candidato independiente a presidente municipal de Guadalajara, el hecho de que lo haga bajo la figura de su personaje artístico que lo ha hecho popular, el payaso “Lagrimita” no es sino muestra de la forma irresponsable del trabajo de nuestros legisladores.
Y el hecho de que los ciudadanos, o amplios sectores de ellos, celebren y alienten la participación de estos personajes no es sino reflejo del bajísimo nivel al que nuestros políticos han llevado una noble e importante actividad como es la política. Si, el que un payaso -no el ciudadano que lo personifica- pretenda ser gobernante de una ciudad de la importancia como Guadalajara -o cualquier otra-, por supuesto que convierte a la política y concretamente a un proceso electoral, en un verdadero circo.
Hay ignorantes y demagogos que recurren a la gastada frase de que “la política es tan importante como para dejarla en manos de los políticos”. Expresar esta frase es suficiente para demostrar el tamaño de su ignorancia.
Me atrevo a augurar que, afortunadamente, el personaje que interpreta Cienfuegos Pérez – el de payaso-, no logrará obtener los entre 23 mil y 26 mil firmas que se requieren para ser candidato a presidente municipal de Guadalajara, por muy popular que sea, y estoy seguro que tras su primera presentación ante reporteros ajenos a la cobertura de la sección de espectáculos, pero preparados o especializados en el tema político o de carácter “general”, como le decimos en el argot periodístico, el popular “Lagrimita” ya se debió de dar cuenta de que no está preparado para responder cuestionamientos que nada tienen que ver con su actividad artística.
Pero además, el enfrentamiento que tuvo con un reportero en su primera aparición pública como aspirante a candidato y el haberlo calificado de “vendido”  y acusado de ser “mensajero” de sus probables adversarios políticos, amén de la “paliza” que ayer le dieron los diarios locales por ese incidente, debió de haberle dejado claro que su relación con los periodistas que cubren la “fuente” política no será buena ni “chabacana” como puede tenerla con los reporteros que cubren la “fuente” de espectáculos, que no dudo son profesionales en su actividad
Ayer “Lagrimita” convocó para hoy a una rueda de prensa para “comunicar sobre una chapuza que nos acabamos de enterar que nos están haciendo a los candidatos ciudadanos (sic)”.
¿De qué “chapuza” (trampa) se enteró el payaso “Lagrimita” que no fue detectada o de la que no se ha enterado el resto de los 14 aspirantes a una candidatura independiente -que no ciudadana-, que fueron avalados por el Instituto Electoral? ¿Se`´a que el popular payaso tiene mejores asesores que el resto de los aspirantes que están en su misma condición?
La verdad no me imagino qué revelará “Lagrimita”  ni la trascendencia de la misma, pero más valdría que sea una denuncia digna de un proceso electoral, por respeto a la ciudadanía, y no un “sketch” más de los que está acostumbrado realizar bajo la personificación de un payaso.
De no ser lo primero, creo que “Lagrimita” tendrá que pensar en serio, como si fuera Guillermo Cienfuegos a quien estoy seguro no le gustaría que se burlaran de él ni que le “tomarán el pelo”, en declinar a seguir con este juego de querer ser candidato a la alcaldía de Guadalajara, por mucho que nuestros políticos sean los responsables, con su actuación, de que hasta un payaso pretenda gobernar a los tapatíos.