Como ejercicio mediático, el éxito del proceso de ratificación/revocación que emprendió el presidente municipal de Tlajomulco, Enrique Alfaro Ramírez, estaba asegurado. Y así fue. Pero nada más.
Creer que lo realizado ayer fue una verdadera consulta ciudadana para evaluar el trabajo de Alfaro Ramírez -¿es suficiente una sola pregunta tajante con un “sí” o un “no” como respuesta?- y manifestarse a favor de que continúe o no al frente del gobierno municipal no cabe sino nada más en el imaginario de quienes lo organizaron y sus seguidores.
Y no puede tomarse como un verdadero ejercicio de aceptación o no de un gobernante por parte de sus gobernados -los mayores de edad que habitan Tlajomulco-, cuando no sólo no se les ofreció una verdadero formato de evaluación de su actuación como gobernante sino cuando apenas participaron 17 mil 952 ciudadanos.
Basta comparar esta cifra con los votos con los Enrique Alfaro ganó la alcaldía. Quedó muy lejos de ésta última cantidad. Simplemente a los tlajomulquenses no les interesó este ejercicio, por mucho que mediáticamente se festine el mismo y el resultado como una gran “fiesta democrática” y algo “histórico”.
¿Cómo puede festinarse que fue un éxito cuando apenas si se utilizó el 22% de la totalidad de las boletas impresas? Esto es, de 70 mil que se imprimieron -dinero público tirado a la basura, por supuesto-, quedaron sin utilizarse… ¡52 mil 48! ¿Eso es un éxito?
Y luego tramposamente se pretende demostrar que fue un éxito al compararlo con otras consultas ciudadanas que se han realizado en el país y que han registrado un porcentaje de participación menor al 11% que registró el de ayer domingo en Tlajomulco.
Y digo tramposamente porque la temática de las otras consultas es suficiente para explicarnos el por qué de tan baja participación ciudadana.
Veamos la comparación que hicieron: Plebiscito del DF en 1993: 5%; Consulta para construir agenda de gobierno en Veracruz en 2002: 8%; Consulta para la construcción de los segundos pisos en el DF e el 2002: 6.6%; consulta para la alianza PAN-PRD en el EdoMex en 2010: 2.43%; y consulta de presupuesto participativo en el DF en 2011: 1.94%.
¿Verdad que no hay signo comparación?
Inclusive, si comparamos esta consulta en Tlajomulco sobre el trabajo de gobierno de uno de los políticos más populares con la consulta celebrada en Veracruz para construir la agenda de gobierno en 2002 -¡hace 9 años!-, cuando este ejercicio prácticamente no existía, debería de preocuparles que apenas lo hayan superado con 3 puntos porcentuales de diferencia.
¿Dónde está, pues, el éxito más allá de los espacios que se ganará en los medios de comunicación, como ya lo habíamos augurado, de este ejercicio en el que se tendrán que tirar a la basura 52 mil boletas no utilizadas de las 70 mil elaboradas?
Démosle todo su justa dimensión y mejor esperemos a que Enrique Alfaro logre estar en alguna de las boletas que estarán en juego en la elección del 2012, para que entonces sí se evalúe objetivamente su paso por la alcaldía de Tlajomulco.
Mientras tanto, lo más que podemos decir es: ¡Magazo! y aplaudir al ritmo de aquel: tata tiu, tata tiu, tata tiu… que tarareaba Beto “El Boticario” en “La carabina de Ambrosio”, acompañada de aquella voluptuosa Gina Montes.