El viernes pasado los diputados dieron el paso que no pocos han reclamado al transcurrir de los años: aprobaron las candidaturas independientes, absurdamente llamadas “ciudadanas”.
Para ello, se modificaron los artículos 8 y 13 de la Constitución del Estado -reformas que deberán ser avaladas por la mitad más uno de los Ayuntamientos-, que permitirán que cualquier ciudadano se postule a cargos de elección popular sin necesidad de que sea a través de algún partido  político, cubriendo los requisitos que marcará el Código Electoral que también deberá ser reformado.
El artículo 8 constitucional establece ahora: “El dercho de solicitar el registro de candidatos ante la autoridad electoral corresponde a los partidos políticos, así como a los ciudadanos que soliciten su registro de manera independiente y cumplan con los requisitos, condiciones y términos que determine la ley…”.
A su vez, el artículo 13 constitucional dice ahora: “Los ciudadanos de manera independiente podrán postularse como candidatos a cargos de elección popular, en los términos y bajo las condiciones que establezca la ley”.
Cabe señalar que esta reforma se aprobó obligados por el plazo que dio la Cámara de Diputados para que todos los estados homolguen su constitución local a la reforma federal en este tema de las candidaturas independientes, antes del próximo nueve de agosto.
Dicha reforma fue avalada por 31 legisladores que aun permanecían en el recinto la noche del jueves pasado.
Con esta reforma que satisface una demanda planteada desde hace tiempo por organizaciones “ciudadanas”, por políticos que ahora “despotrican” del partido político en el que militaron, por ciudadanos que se dicen decepcionados por los partidos políticos, la pregunta que viene ahora es:
¿Cuántos ciudadanos se acogerán a esta reforma y se postularán por su riesgo y cuenta a contender por un cargo de elección popular sin el aval de un partido político?
Habrá quien diga que ahora todo dependerá de los pormenores que establezca el Código Electoral, “cruzando los dedos” para tener el pretexto suficiente para descalificar dicha reforma a sabiendas que su persona no tiene la fuerza suficiente ante la ciudadanía por encima de cualquier partido político.
Todo será cuestión de tiempo.