O los periodistas no tenemos otras preguntas que hacerle a los dirigentes del PRD y PAN, Raúl Vargas López y Gustavo Macías Zambrano, respectivamente, o la respuesta que dan al por qué de su alianza no nos deja satisfechos y sin convencer. Pero finalmente no es a nosotros a quien deben de hacerlo sino, primero, a su propia militancia.
No sólo he tenido la oportunidad de entrevistar a Macías Zambrano y a Vargas López casi inmediatamente después de que concretaran dicha coalición, sino que he escuchado y leído el mayor número de entrevistas que otros colegas les han realizado y en todas, como yo lo hice, les han preguntado si no es una coalición “electorera”, del “quítate tú (PRI) para ponerme yo (PAN-PRD”, del traicionar sus principios, de ir tras el poder por el poder… e infinidad de lecturas que le hemos dado a esta alianza.
Y en todas las entrevistas he leído y escuchado -debe ser, por supuesto- la misma respuesta: Es una alianza electoral, de programa de gobierno en donde no están de por medio los principios de ninguno de los dos partidos; de lo que se trata, argumentan ambos dirigentes, es de ofrecerle al ciudadano la opción de un buen gobierno, porque el del PRI ha sido un desastre.
Pero hay otra razón que Gustavo Macías y Raúl Vargas exponen ante la pregunta: la coalición es respuesta a la demanda, a la petición, a la propuesta de los propios militantes, tanto del PAN como del PRD, en cada municipio donde consideran que sólo así pueden ganar una elección.
Aquí es donde la militancia me da la razón de la pregunta que le hice a Vargas López: ¿No es un “quítate tú  para ponerme yo”?
Sin embargo, así como hay esos militantes que clamaron por establecer dicha coalición, también hay militantes que le reclamaron a su dirigencia haber acordado esta alianza con un partido y prácticamente les han “declarado la guerra” en contra de esa decisión. El ex candidato a la gubernatura, Fernando Guzmán, planteó en su blog las razones de su oposición, mientras en Tlaquepaque un grupo denominado “Panismo Tradicional” hará pública hoy su postura sobre lo que consideran un “error” de su dirigencia.
Parece que tanto Gustavo Macías como Raúl Vargas confían en que esas voces discordantes en sus respectivos partidos por haber signado la alianza no son ni mayoritarias ni tendrán una repercusión en el resto de la militancia. Y mucho menos, por supuesto, permearán en la ciudadanía como para augurar un fracaso en este paso que por vez primera en Jalisco dan ambos partidos políticos.
Es cierto, hay voces opositoras muy bien identificadas que se escuchan porque quienes están detrás de ellas no fueron convidados de las ventajas que la alianza traerá, y dicen que más bien “lloran por la herida”, pero hay otras que son sinceras y a las que les resulta muy difícil creer que se pueden mezclar el agua y el aceite, y además se sienten “heridos” por una alianza con un adversario que es diametralmente opuesto.
Estas son las voces a las que tendrán que convencer los dirigentes de que la decisión tomada es lo mejor, porque seguramente las otras, las que responden más a intereses personales o de grupo, se callarán cuando les ofrezcan una “rebanada del pastel”.