Aunque vulgarmente se le llama “línea”, el Consejo Político del Partido Movimiento Ciudadano acató la “humilde y respetuosa” recomendación de su verdadero dirigente, Enrique Alfaro Ramírez, y en una sesión nocturna acordaron por rotunda mayoría no ir en coalición en las próximas elecciones del 2015.
Sólo tres alfaristas -cuyos nombres no se revelaron- osaron “indisciplinarse” y proponer ir de la mano de algún partido político -tampoco se reveló cuál-, de los que Alfaro Ramírez dijo que “traicionaron y traicionan a los jaliscienses”, en los comicios del próximo año.
Llama la atención que Enrique Alfaro haya exhortado a que no se hiciese coalición alguna con partidos traicioneros de los que él y sus compañeros formaron parte y cuyas traiciones se dieron, precisamente, cuando ellos eran militantes del PRI, del PRD o del PAN, por mencionar a algunos, salvo que la traición a los jaliscienses se haya registrado precisamente después de que ellos renunciaron a dicha militancia.
Pero más allá de esta nueva escenografía teatral que armaron los alfaristas -como cuando “invitaron” al ex panista Alberto Esquer a sumarse a sus filas-, luego de que en abril del 2013 Alfaro Ramírez nos adelantó a Gilberto Pérez Castillo y a quien esto escribe en el programa de televisión “Palabras Mayores”, que en 2015  irían solos, sin alianza con ningún partido, habría que preguntarnos el costo electoral que tendrá para el ex diputado del PRD y su partido esta decisión.
Porque la realidad del Partido Movimiento Ciudadano es que su fuerza reside en un solo hombre: su verdadero dirigente, Enrique Alfaro; carece de una estructura partidista que le permita descansar en ella una estrategia que lo haga competitivo frente a partidos como el PAN, PRI e incluso el PRD o el Verde Ecologista; tiene una débil presencia en la mayoría de los municipios del resto del estado; hoy incluso enfrenta un alto riesgo de perder lo que durante casi seis años ha sido su territorio, Tlajomulco de Zúñiga, mientras pocas posibilidades se le dan de repetir en el gobierno de Puerto Vallarta.
Su realidad es que en la zona metropolitana le ha abierto la puerta a ex militantes panistas que carecen también de un equipo detrás que supla esa falta de estructura propia del PMC, panistas que en la elección del 2012 traicionaron a su partido y su candidato a la gubernatura.
Vamos, Alfaro decide que su partido no debe de ir en alianza con partidos políticos que “traicionaron y traicionan a los jaliscienses”, pero sí recibe, abraza y apapacha a aquellos panistas que traicionaron a su partido y a su candidato a la gubernatura, promoviendo en aquella ocasión desde las filas del PAN el voto a favor del propio Enrique.
Los alfaristas que ayer acataron la “humilde y respetuosa” opinión de su verdadero dirigente anunciaron que le apostarán a los “ciudadanos”  y que por eso “decidieron” no coaligarse con ningún otro partido en el 2015. Sin duda que algunos creerán que esta decisión del alfarismo es “suicida”, aunque otros considerarán que es lo mejor que puede hacer el Partido Movimiento Ciudadano para de una vez por todas confirmar su verdadera realidad y desmentir o ratificar que no es lo mismo ser el partido consentido de un gobernador panista que el “rascarse con sus propias uñas”.
Al tiempo.