Esta semana el secretario de Desarrollo Rural, Álvaro García Chávez presume también en la zona metropolitana las macro obras en los últimos cinco años en el campo a través de un cartel titulado “Pensando en grande”

Es obvio que García Chávez anda ávido por un cargo de elección popular al final es un juego de espejos y humo. Un engaño.
El documento reseña la infraestructura hidroagricola, así como los agros parques, los centros de valor agregado y el rastro metropolitano.
Pero como todo lo hacen a última hora, la publicidad oficial es inexacta, por ejemplo cita el agro parque de Zacoalco con una extensión de seis hectáreas. El cual aún no se edifica.
Otra mal referencia es el rastro metropolitano aun no se concluye, tiene pendientes de equipamiento y por cierto su consejo de administración lo tiene sumido en cartera vencida en la banca de desarrollo.
Entonces, ¿Qué nos presume Álvaro García Chávez?
Su desempeño y honestidad están en entredicho al respaldar por un monto de 1.8 millones de pesos para que su cuñado y sobrino, Francisco Javier Chávez, desarrollara un invernadero, dentro de una bolsa de 13.4 millones de pesos entregados a través de diferentes programas a al menos 30 personas cercanas a él.
También la dependencia favoreció con  la entrega de 1.9 millones de pesos para Manuel Venegas Barbosa y 500 mil pesos para David Venegas Barbosa, cuñados de un hermano del secretario, para invernaderos. También hay respaldos para amigos del funcionario y familiares de su esposa, Zaira Chávez, para regidores y funcionarios panistas de Tamazula.

Irónicamente los empleados del despacho la llaman la secretaría de Desarrollo Rural de Tamazula. Por la contratación  de 40 personas procedentes del municipio que gobernó García Chávez de 2004-2006. Tampoco puede omitirse la sociedad truculenta con Paco Conejo y su Fundación Jalisco, organismo exclusivo para aplicar el programa de berries y crianza de cabras en la entidad. Productor que no se alinea con la citada organización queda marginado del apoyo oficial.

Así son todos los procesos democráticos. Desordenados, sucios, llenos de sinrazón y mala fe.

Y son los votantes quienes deben separar la paja de los discursos. Y decidir, el día de la elección a quien le creen, porque el día de la votación es el único momento en que los votantes tienen el poder.
Así es la democracia representativa, y todo lo demás es basura ideológica