Quienes se sorprendieron -y no salen de su estupefacción- porque los diputados del Partido Movimiento Ciudadano se pronunciaron en contra de la Ley de Libre Convivencia simplemente no terminan de conocer a este instituto político propiedad del veracruzano Dante Delgado Rannauro y cuya franquicia adquirió en Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez.
Los sorprendidos no terminan de entender que el ser progresista no te lo da simplemente el decirlo, sino los hechos, tu actuación. Y esto es lo que pasó con el Partido Movimiento Ciudadano. Sus “cúpulos” se dicen progresistas, cuando en su actuación no lo reflejan.
Son “progresistas” -ahora sí, entre comillas”- porque políticamente progresaron cuando los partidos en lo que anteriormente militaron no les dieron lo que querían y encontraron en la franquicia del entonces Partido Convergencia, el espacio para ofertarse como políticos inmaculados, enfundados en el disfraz de “ciudadanos”, desde donde con toda libertad criticaron y critican aquello de lo que alguna vez ellos mismos fueron cómplices.
Bueno, pues pragmáticos e incongruentes como son sus principales características, los “cúpulos” del PMC analizaron la Ley de Libre Convivencia no en su contenido, no en sus alcances sociales, no es los pros y contras que pudiera tener para la sociedad jalisciense. No, no se molestaron de entrar a tanto, si no son tontos.
Ellos analizaron la Ley de Libre Convivencia simplemente en función del costo político, no para el Partido -aunque les da asquito reconocer que son partido político- sino para la aspiración de su patriarca y líder moral, Enrique Alfaro Ramírez. De nadie más…
El absurdo argumento que dio muy a su pesar Clemente Castañeda de que votarían en contra de dicha iniciativa porque “tiene” inconsistencias”, porque “es una moneda de cambio para negociar con el gobierno de Jalisco” y porque “no nos vamos a prestar a estas manipulaciones y simulaciones”, no es sino para soltar la carcajada, porque de seriedad no tiene nada.
Y dicen no prestarse a “manipulaciones y simulaciones” porque ellos tienen la patente: manipulan y simulan. No aceptan que nadie más les quite la paternidad de ello.
Pero, en fin, estos temas, como en su momento lo fue la elección de los consejeros del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, son los que nos dejan ver al verdadero Partido Movimiento Ciudadano… bueno, en realidad a sus “cúpulos”.