No hay duda ya: el Partido Acción Nacional está resignado a perder la elección a la gubernatura.
Si acaso, y reitero: si acaso, buscarán alcanzar un segundo lugar que haga menos vergonzosa su caída en las preferencias electorales entre la ciudadanía, movilizando a “tambor batiente” a toda su estructura el mismo día de la jornada electoral… aunque quizás ya no les quede el ánimo ni para eso.
La visita del dirigente nacional Gustavo Madero Muñoz, el día de ayer, confirma esa resignación por varios motivos:

  • Primero, porque pese a que observa cómo se derrumba su partido en Jalisco, no tuvo tiempo mas que para una comida y una rueda de prensa.
  • Segundo, porque no obstante que la percepción entre la ciudadanía es que entre los panistas se están dando “hasta con la cubeta” y bajo la mesa, el señor Madero tiene la ocurrencia sólo de convocar a esa comida a quienes se les señala como los responsables de la contracampaña hacia su candidato.
  • Tercero, porque creen que con ventilar una fotografía (la que acompaña este texto) donde todos los captados están muy sonrientes -excepto el candidato y su coordinador- y machacar con el discurso de que no pasa nada y que todo es “miel sobre hojuelas” en el panismo, los ciudadanos se la van a creer que nada pasa en el PAN.
  • Cuarto, porque creyeron que con relevar a un coordinador general bastante serio por uno dicharachero, mal hablado y gritón, la campaña de su candidato se iba a ir a las alturas en la preferencia ciudadana.
  • Quinto, porque no obstante que en los últimos eventos encabezados por el candidato se ha registrado una muy buena concentración de simpatizantes, eso no se refleja al interior del equipo de campaña ni entre los panistas del primer círculo.

Ayer por la noche en entrevista con el periodista Carlos Puig, el candidato Fernando Guzmán Pérez Peláez aseguró que él va en la segunda posición en las encuestas y que está a sólo “nueve puntos” del priista Aristóteles Sandoval.
La verdad que al obsevar su rostro en el momento en el que hacía esa declaración, Guzmán proyectaba una enorme incredulidad en lo que decía. Vamos, se observaba claramente que ni él mismo creía lo que estaba diciendo.
De ese tamaño están las cosas en el PAN y con su candidato a quienes, insisto, sólo les queda poner en acción a toda su maquinaria para recuperar un segundo lugar el día de las elecciones, que haga más digna la derrota.