Poco después de dos años de haber perdido por vez primera el gobierno del Estado y la mayoría en el Congreso del Estado y las diputaciones federales ante el PAN, el PRI se preparaba para una elección intermedia, su primera como oposición: la del 9 de noviembre de 1997.
Entonces su presidente era José Manuel Correa Ceseña, el primero de un PRI en la oposición, luego de que al ahora diputrado y coordinador de la bancada tricolor en el Congreso del Estado, Rafael González Pimienta, le tocó enfrentar el “trago amargo” de la derrota histórica.
En agosto de aquel año ya había precandidatos a las presidencias municipales y ante ellos, Correa Ceseña emitió un discurso que el jueves 7 de agosto de 1997 registré y comenté así en mi columna Entre Semana, publicada en el extinto periódico Ocho Columnas:
“Ayer los precandidatos priistas a las presidencias municipales quedaron atónitos ante las palabras de su dirigente José Manuel Correa Ceseña, quien les trajo a la memoria, entre otras, una de las razones por las que perdieron el poder político en Jalisco. Textualmente les dijo:
“Lo que integren ustedes en su momento legal, en su momento histórico y en su momento político deben de ser planillas y no pandillas. Deben tener colaboradores y no cómplices. Eso fue en muchos casos lo que provocó que perdiéramos el poder político”.
“¿A qué ‘pandillas’ pudo referirse Correa Ceseña? ¿A qué ‘cómplices’ se refirió?
“Es posible que la llamada de alerta que hizo el dirigente priista a todos los precandidatos sea motivada por las amenazas que existen de que muchos de los que pudieran ganar la candidatura recurran a la exclusión o al grupismo, como ha sido la tradición al interior de las filas del PRI.
“No por nada Correa Ceseña todavía les añadió que quienes integren esas planillas ‘deben de ser los mejores. No nuestros amigos o nuestros cómplices. O nuevas novias o nuestros compadres. Debe ser la gente que tenga un peso político, una presencia política que les dé votos a ustedes…’.
“¿Cuántos nombres y apellidos habrán pasado por la mente de los ahí asistentes; cuántos de los presentes no serían o son parte de algunas de esas ‘pandillas’; cuántos de los hoy aspirantes fueron, en su momento, cómplices más que colaboradores?
“No hay duda de que entre la dirigencia priista exista el temor de que los errores de ayer vuelvan a ser los errores de hoy: que quienes se hicieron en la cultura del ‘amiguismo’, del ‘compadrazgo’ y del ‘dedazo’ se resistan a los cambios que hoy exige la sociedad y obstaculice el proceso electoral interno al prever que el resultado no les será favorable.
“Pero el propio Correa Ceseña sabe que sus palabras de ayer no serán suficientes para cambiar la mentalidad de muchos de los grupos que participan en estas elecciones y que pretenden manejar las cosas como antaño.
“El dirigente priista no es ingenuo y sabe también que los ‘golpes bajos’ entre algunos precandidatos están a la orden del día, con el riesgo de que descompongan un proceso cuyas consecuencias pudieran ser ‘fatales’ para sus aspiraciones.
“Por eso es que este proceso deberá ser manejado ‘con pinzas’, a fin de que cada quien pague sus culpas y no ocurra lo que en 1995, que la derrota fue huérfana y el ‘cobro de facturas’ estuvo a la orden del día…”.
Hasta aquí lo escrito en aquella columna Entre Semana del 7 de agosto de hace… ¡18 años!
Hoy el contexto del PRI es diferente: Hoy gobierna Jalisco, la zona metropolitana y la mayoría de los municipios del resto del estado. Y tiene la mayoría en el Congreso del Estado y las diputaciones federales. Hoy el PRI no tiene precandidatos a las alcaldías, ya tiene candidatos. Sin embargo, aun no tiene las planillas de candidatos a regidores.
Y es aquí, en esto último, donde cobran actualidad las palabras del entonces dirigente Correa Ceseña -en 1997- y que hoy deben ser tomadas muy en cuenta en Casa Jalisco y en Calzada del Campesino 222:
“Formen planillas, no pandillas; tengan colaboradores, no cómplices”.
Y si no… al tiempo.