A partir de que la anunció y comenzó a promoverla a través de los medios de comunicación que le han abierto en infinidad de ocasiones sus puertas, el diputado perredista Enrique Velázquez llevaba “sobre ruedas” su iniciativa de Ley de Sociedades de Convivencia.
Salvo en muy contados medios de comunicación, en la mayoría de las ocasiones en que fue entrevistado, el legislador se encontraba con la “charola puesta” para promover su iniciativa y promoverla bien, pues los argumentos que emite son convincentes y difícilmente alguien podría cuestionarlo si no ha leído previamente el contenido de su iniciativa.
O cuando menos, si el entrevistador no tiene un poco de suspicacia para creer que, conociendo la postura del PRD sobre este tema y la de la relación entre personas del mismo sexo, un militante de este partido y coordinador de su bancada en el Congreso del Estado iba a pensar diferente.
Bien podríamos asegurar que si una iniciativa se aprobara por su éxito mediático, sin duda que la de Enrique Velázquez quizás ya hasta hubiese sido promulgada por el Ejecutivo. Pero no es así.
Vamos, la iniciativa de la Ley de Sociedades de Convivencia prácticamente “corría” sobre mantequilla.
A diferencia de otros momentos, ahora esta iniciativa no ha recibido observación alguna, mucho menos alguna crítica. Aun y quienes tradicionalmente se han opuesto a este tipo de figuras, han preferido guardar discreto silencio… no vaya a ser.
Bueno, pues hasta ahí todo bien.
Pero el diputado Enrique Velázquez tenía un pendiente en su agenda: reunirse con el cardenal José Francisco Robles Ortega.
Alguna vez acordaron día, hora y lugar para ese encuentro, pero extrañamente no se concreto.
El legislador explicó que el Arzobispado pospuso el encuentro, pero el Arzobispado aclaró que el diputado llegó tarde, que el cardenal lo esperaba a la hora acordada, pero que también tenía una agenda que cumplir.
Curiosamente, no obstante su interés por que su iniciativa reciba el beneplácito de todos los sectores de la sociedad, Enrique Velázquez declaró que ya no buscará entrevistarse con el cardenal Robles Ortega.
¿Será acaso por lo publicado en el número 857 del órgano informativo de la Arquidiócesis de Guadalajara, El Semanario, bajo el título: Ante la iniciativa de Ley de Convivencia y las uniones homosexuales recordar: Distinguir no es discriminar?
Y es que en éste artículo, el Arzobispado tapatío deja en claro su posición respecto a la iniciativa del legislador perredista, del que dice que una cosa es cómo “vende” su iniciativa mediáticamente y otra el contenido de la misma.
Para abordar este tema, El Semanario entrevistó al académico e investigador Rodrigo Soto Morales, quien expone que “si el objetivo de esta iniciativa es presentar que unas personas con una determinada preferencia sexual puedan desplegar esta preferencia de una manera más pública y, en el fondo, sin ningún remordimiento de conciencia social, sería entonces una ley con dedicatoria particular para una minoría… “Las minorías tienen derechos, siempre cuando sean derechos que compartan con las mayorías…”.
Y advirtió más adelante: “Si la iniciativa prospera tal y como está, se tratará de un acto de agresión de esas minorías al intentar imponer a las mayorías su propia conciencia… Yo sí quisiera ver esta ley como un dique que proteja al matrimonio, pero que no dé pie ni al ‘matrimonio’ homosexual ni a las adopciones por parte de ellos… Entre menos leamos y menos pensemos, seremos mucho más susceptibles a los argumentos sentimentalistas…”.
Conocida, pues, la postura del Arzobispado de Guadalajara, ¿cuántos diputados apoyarán y aprobarán la iniciativa de Ley de Sociedades de Convivencia?