Las últimas encuestas trimestrales levantadas y publicadas por el periódico Mural muestran un panorama electoral suficiente como para quitarles la sonrisa a los priístas.
Guadalajara muestra un escenario desastroso y consistente: desde hace dos años no hay priista en el estado que pueda competirle la alcaldía a Enrique Alfaro Ramírez del Partido Movimiento Ciudadano (MC). Ni siquiera la aparición en escena del doctor Alfonso Petersen Farah como posible candidato del PAN a la alcaldía logró el impacto que los estrategas del PRI esperaban.
En Zapopan, si Alfaro decidiera a última hora competir por aquel municipio, el resultado también sería, al día de hoy, desastroso para el PRI.
En Tlaquepaque y Tonalá hasta el PAN renace de sus cenizas y reaparece como un serio competidor para los priistas en las figuras de Hernán Cortés Berumen y Jorge Vizcarra Mayorga.
En Tlajomulco el único que le puede competirle la mayoría a MC es el PRD.
A ocho meses de la elección el PRI en Jalisco no ha sido capaz de construir candidatos fuertes y competitivos.
Quienes tienen a su cargo la estrategia del PRI rumbo al 2015 no dan pie con bola.
Los aspirantes que cuentan con el apoyo y la bendición del grupo priista que gobierna Jalisco no crecieron lo suficiente como para ser viables y nada más estorbaron a otros.
Por eso en las encuestas para medir a los aspirantes del PRI a las alcaldías de la zona metropolitana no se busca saber cuál es el más alto, sino cuál es el menos enano de los precandidatos. Y en el caso de los aspirantes a diputados federales y locales las cosas no están nada mejor.
A ocho meses de las elecciones intermedias, el PRI no parece ser el partidazo que muchos de sus dirigentes y militantes creen tener rumbo al 2015.
De ahí surge la pregunta, ¿de qué se ríen los priistas?