Estamos a mitad de la segunda semana vacacional -la de Pascua- y el próximo lunes 13 las actividades volverán a su normalidad: los escolares y maestros, al salón de clases; los burócratas -que no hicieron guardia- al ajetreo de todos los días; los patrones regresan de San Antonio o San Diego, algunos otros de Puerto Vallarta; y los diputados… ¿regresarán?
Y si regresan… ¿a qué?
No me refiero a los diputados que no corrieron con la suerte de ser designados candidatos, que no son cercanos a quienes toman la decisión de definir quién sí y quién no es candidato, y a quienes no les quedará otra opción que ir a sus cubículos en Palacio Legislativo a cumplir con el mandato que les dio el pueblo (por favor, no se ría… bueno, ni yo me aguanté las ganas de hacerlo).
Me refiero a aquellos diputados que tuvieron la suerte de ser los “elegidos” y transformarse en “chapulines” para ir en busca de un nuevo cargo de elección popular… sin dejar el que actualmente tienen.
Sí, me refiero a esos legisladores que se negaron a dejar la diputación, que no quisieron solicitar licencia, pero que tienen la obligación de hacer su campaña proselitista en busca del voto. Claro, dirán que van a asistir al Congreso por las mañanas (que no es lo mismo que trabajar) y que realizarán su campaña por la tarde-noche.
Usted sabe que hay diputados-candidatos que no solicitaron licencia y que seguirán cumpliendo puntualmente con el cobro de su sueldo (dieta), cumplan o no con su responsabilidad. Pero también hay diputados-candidatos que no solicitaron licencia, pero que aseguran que no cobrarán su sueldo, como es el caso de los del Partido Movimiento Ciudadano, aunque no se sabe -por supuesto no lo han dicho- qué harán con ese dinero, pues no pueden renunciar a cobrarlo.
Pero como se dijo en su momento, el problema no es si cobran o no -¿alguien puede asegurar que los diputados justifican su sueldo al ciento por ciento?-, sino sií como candidatos realizarán o no su labor legislativa por andar, precisamente, en campaña, ya sea en colonias, en reuniones grupales o con sus equipos de campaña.
Si no siendo candidatos, no pocos diputados se caracterizan por su ausentismo o por su poca productividad legislativa, ahora imagínense con la responsabilidad de tener que andar en busca de los votos.
Creo -y no son pocos los que estarán de acuerdo-, que por honestidad con sus electores -aun los que son plurinominales- y consigo mismos; porque deben ser congruentes con su decir y hacer,  los diputados que son candidatos deben de separarse de su cargo, aunque para ello tengan que dejarle el lugar a sus adversarios, como sería el caso de los legisladores expanistas hoy alfaristas, cuyos suplentes son militantes de Acción Nacional.
La incogruencia y deshonestidad los perseguirá en sus campañasa todos los diputados-candidatos, sean del partido que sean. En las calles hablarán de honestidad, de conguencia, de que son inmaculados y de que los malos son los de enfrente. Vamos, será una burda representación teatral de “ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”.
Por eso me pregunto: Luego de las vacaciones… ¿a qué regresan al Congreso los diputados-candidatos “chapulines”?