Dice un dicho que “música pagada, toca mal son”, refiriéndose a que no siempre es bueno pagar por adelantado. Pero hay otra frase que reza: “No se valora, lo que no cuesta”, en el entendido de que aquello que es gratis o por lo que no se cobra, no siempre se valora o no se hace bien, con responsabilidad.
¿A qué viene la referencia de ambas frases?  A la decisión de los diputados del Partido Movimiento Ciudadano a no cobrar por cumplir con su obligación por la que fueron electos -todos ellos indirectamente por haber llegado por la vía plurinominal-, considerando que los ocho que integran la bancada alfarista asumirán el papel que la Coparmex denuncia y condena -cuidándose de no mencionar nombres y apellidos-: el de “chapulines”.
Como la ley no los obliga a dejar el cargo de diputados por ser candidatos y para hacer campaña, Clemente Castañeda, Salvador Zamora, Fabiola Loya, Verónica Delgadillo y Julio Nelson García, así como los ex panistas y neoalfaristas Ricardo Rodríguez, Alberto Esquer y Víctor Manuel Sánchez han anunciado que no cobrarán su “dieta” durante el tiempo que estén en campaña.
Claro que hay otros diputados de diversos partidos que también son candidatos a otro cargo de elección popular -si, claro, también son “chapulines”- y que han declarado que no dejarán su cargo porque la ley no los obliga, pero además seguirán cobrando su “dieta” sin la certeza de que cumplirán con la obligación por la que fueron electos, directa o indirectamente.
Ambos casos en los que diputados-candidatos no solicitarán licencia a su cargo y unos cobrarán y otros no, son criticables y condenables, aunque al caso de los alfaristas se suma el de la incongruencia, característica que los pinta de cuerpo completo, tanto a l0s militantes como a los no militantes del Partido Movimiento Ciudadano aspirantes a un cargo público en 2015.
Sospecho que los diputados alfaristas “originales” -los cinco postulados por el PMC- no dejan el cargo para irse a su campaña por dos razones: 1. Porque no hay quién los cubra en su curul o 2. Porque quienes siguen en la lista son meros improvisados “reclutados” a “la buena de Dios” y en quienes no confían -o al menos no el dueño de la franquicia naranja, Enrique Alfaro-, para cumplir aunque sea medianamente con la responsabilidad.
El caso de los expanistas y neoalfaristas es más patético y vergonzoso: No dejan su cargo porque si se van no regresan y se quedarían sin ingreso económico alguno ya sea que ganen o pierdan su elección, pues quienes llegarían en su lugar son militantes panistas.
Si la congruencia y la honestidad caracterizara a los ex panistas -al igual que a los cinco alfaristas-, solicitarían licencia para dedicarse de tiempo completo a su campaña y dejar que el partido que los postuló y al que gracias al cual son diputados, integrara a sus respectivos suplentes en la actual Legislatura.
O sea, si Ricardo Rodríguez, Alberto Esquer y Víctor Manuel Sánchez reconocieran que están usurpando un cargo que su ex partido les dio, permitirían la llegada de los panistas Dulce Milagros Villaseñor López, Jorge Sánchez Martínez y  Miguel Salcedo Pérez. Pero no. Han decidido aferrarse a su curul, aun y cuando aseguran que no cobrarán por su trabajo legislativo.
Claro, la duda que surje ante esta bondadosa actitud de los ocho alfaristas es si durante los 60 días de campaña cumplirán con la responsabilidad que los obliga dedicarse de llenoa su tarea legislativa o lo harán cuando les sea posible, bajo el pretexto de que “al fin y al cabo no cobran”.
Pero ahí está el otro engaño, porque como advirtió ayer Gabriel Torres en su columna en Milenio, el salario de los legisladores es irrenunciable. O sea que seguirá saliendo el respectivo cheque a nombre de los ocho legisladores. ¿Qué harán entonces con ello? Lo que hagan será en su beneficio, pues quizás decidan destinarlo a realizar obra pública, como con lo que les correspondía de sus casas de enlace, con lo que obtendrán ganancias políticas.
Si deveras fueran congruentes y dejaran de ver “la paja en el ojo ajeno” para ver “la viga en el propio”, los diputados alfaristas deberían de solicitar licencia y no pretender hacernos creer que pueden “repicar las campanas y andar en la procesión”. O como dijo Gabriel Torres: “chiflar y comer pinole”.
Bueno, esta postura de los alfaristas es tan real, como los “fuertes” adversarios que tuvieron los candidatos de “dedazo” en su precampaña interna.
¿Y qué de los diputados del PAN, PRI y PRD que siendo candidatos se mantengan en el cargo? Por supuesto también es criticable, pero ellos no presumen de “inmaculados” ni de que “no son igual que los demás” y, mucho menos, que son “ciudadanos libres”.