Esta es la pregunta que muchos nos hacemos al advertir al hoy candidato del PAN a la gubernatura, prácticamente con la brújula perdida y con la desventaja de que el tiempo corre en su contra, pues no se avizora una estrategia que lo haga repuntar.
Cuando Fernando Guzmán Pérez Peláez arrasó en la precampaña a sus adversarios nada menores, Alfonso Petersen Farah y Hernán Cortés Berumen, mostrando una capacidad de movilización ciudadana poco o nunca vista en un candidato tan poco carismático, todo hacía suponer que esa racha podría trasladarla a la campaña constitucional.
Incluso nos atrevimos a pronosticar que con un escenario similar al de la precampaña, más todo el apoyo de l CEN y el gobierno federal así como del Comité Estatal y del gobierno estatal que no estaban dispuestos a entregarle al PRI una de las “joyas de la corona” como es la ciudad con mayor número de panistas en el país y la entidad que es considerada una de los principales bastiones de Acción Nacional, Guzmán Pérez Peláez contaba con todo para mantener a su partido en el poder.
Pero la decepción vino desde el momento mismo del errático arranque de campaña cuando quién sabe por qué prefirió iniciarla visitando una zona paupérrima como la de San Juan de Dios y concretamente conviviendo con pordioseros, algunos de los cuales proyectaron estar bajo los efectos del alcohol o de alguna droga.
Es fecha de que no se le encuentra una explicación lógica para alguien que venía enrrachado y que representaba al partido en el poder, federal y estatal.
Algo sucede en su equipo de campaña que se niega a ver la realidad, y que aun confía no tanto en que su candidato repunte sino que su adversario priista que se encuentra en la cima de las preferencias ciudadanas, según las encuestas, se caiga.
Su táctica de lanzar “dardo” tras “dardo” a Aristóteles Sandoval durante el debate animó a sus colaboradores y simpatizantes al ver a su candidato dar “golpe tras golpe”, creyendo que eso haría repuntar a su candidato en las simpatías ciudadanas. Pero no ocurrió. Es más, equivocadamente leyeron que el hecho de que Sandoval Díaz lo ignorara o no respondiera a las provocaciones era un punto a favor del panista, cuando fue lo contrario: mantuvo al priista en el mismo lugar en el que inició el debate.
Guzmán y su equipo no encuentran el camino, no hayan cómo retomar la ruta que les pemitió ganar la contienda interna en su partido, y no se advierte que ante el avance del tiempo logren reponerse del rezago en que han quedado.
Por eso nos preguntamos: ¿Qué pasó con Fernando Guzmán? ¿Dónde está el hombre que logró atraer multitudes -acarreadas y no, por supuesto- en muchos de los eventos durante la contienda interna? ¿Dónde están sus aliados que le llenaron las plazas no sólo de las colonias de la zona metropolitana sino de muchos municipios del interior del estado?
El tiempo corre y las posibilidades de repuntar de Fernando Guzmán se alejan cada vez más, al tiempo que la pregunta se mantiene en el aire:
¿Dónde está el Fernando Guzmán de la precampaña panista?