De manera oficial, a través de un comunicado, la dirigencia nacional del PAN hizo público de la siguiente manera el “epitafio” de Acción Nacional en Jalisco:
“Con fundamento en el artículo 38, fracción III de los Estatutos Generales del Partido, se aprueba de manera supletoria la autorización de suscripción del convenio de coalición local del Partido Acción Nacional en el Estado de Jalisco con otros Institutos Políticos, para el proceso local 2017-2018”.
Pero no sólo eso, sino que obliga a su dirigente estatal, Miguel Ángel Martínez Espinoza, a asumir el papel de “enterrador”  y “sepulturero” en las denominadas “providencias”. Dice a la letra:
“Con fundamento en el artículo 38, fracción III, el Comité Directivo del Partido Acción Nacional en Jalisco, por conducto de su Presidente Estatal, llevará a cabo las acciones necesarias a efecto de suscribir convenio de coalición local del Partido Acción Nacional del Estado de Jalisco con otros Institutos Políticos, para el proceso local 2017-2018”.
Como lo he comentado en otras entregas, el virtual candidato presidencial del PAN, Ricardo Anaya, a través del comité nacional, ignoró la decisión de los panistas de Jalisco de contender solos, sin alianza alguna con otros partidos, en los comicios locales -alcaldías y diputaciones-, luego de haberlos humillado al imponerles una alianza a nivel federal en la que le entregó la mayoría de las diputaciones y los dos espacios al Senado de la República al partido alfarista Movimiento Ciudadano.
Además, Anaya faltó a su palabra reiteradamente expresada en el sentido de que serían los panistas de Jalisco quienes decidirían si iban o no de la mano del alfarismo y perredismo en las elecciones del 2018. Lo más que les permitió -si es que así puede llamársele-, fue no “adoptar” a Enrique Alfaro Ramírez como su candidato a la gubernatura.
El dirigente Martínez Espinoza, en una entrevista radiofónica a la que asistió antes de la “encerrona” con los representantes de los alfaristas y el PRD para terminar de definir municipios y distritos en alianza, reconoció que la decisión de su dirigencia nacional revela una diferencia en la estrategia a seguir localmente, y advirtió que con esto el PAN seguirá “desdibujado” en Jalisco, todo por el capricho -ésto ya no lo dijo él- de su ex dirigente y aspirante presidencial, de someter al panismo jalisciense a cambio de los votos que espera recibir de los alfaristas en su aspiración por llegar a Los Pinos.
Ricardo Anaya debe reconocer que es el gran responsable de que sus correligionarios tengan tres candidatos presidenciales: Margarita Zavala, como independiente: José Antonio Meade, por el PRI; y él mismo en el PAN, así como de que su partido en Jalisco no sólo continúe desdibujado sino que se hunda más.
Y es que con esta decisión de Anaya que instrumentó la dirigencia nacional, el PAN en Jalisco recibió los “santos óleos”.
Las dudas que quedan son:
¿De qué manera los panistas que se opusieron a la alianza saldrán a defender su orgullo y vergüenza?
Con un partido desdibujado y fraccionado, ¿con qué cara su candidato a la gubernatura saldrá a pedir el voto ciudadano y apelará a la doctrina y a los principios de Acción Nacional?
Creo que por vergüenza, sería mejor que el PAN omitiera postular candidato a la gubernatura, pues se arriesga a hacer el ridículo.
Y si no, al tiempo.