¿Para eso quería Alberto Esquer ser diputado? ¿Para eso peleó en los tribunales electorales su derecho a ser diputado, ante la amenaza de desplazarlo por decisión de los consejeros electorales que se “sacaron de la manga” un regalo para Faviola Martínez Martínez a quien pretendían regalarle la diputación por cuestión de género? ¿Para subir a la tribuna y actuar como pendenciero?
Porque no se puede decir otra cosa tras escuchar y leer el texto que leyó ayer en tribuna para hacer público el posicionamiento de la fracción parlamentaria sobre el caso del Auditor Superior del Estado, con lo que además evidenció la ignorancia de nuestros diputados sobre lo resuelto por el Juez Primero en Materia  Administrativa.
Además del contenido del texto, no podemos dejar de destacar que dicho documento fue redactado “con las patas”, pues no dudo que escriba mejor un muchacho de secundaria que quien le redactó el documento al diputado Esquer, por no creer que él fue el autor de dicha redacción.
La verdad, no estaría mal que el diputado Esquer se regresara a la primaria.
Ahora, si él no fue el autor de dicha redacción, por vergüenza debió negarse a dar lectura al documento o, cuando menos, exigir que fuera redactado por alguien que supiera hacerlo.
Pero aparte de eso, sorprende la facilidad con la que hace denuncias o lanza acusaciones, tan a la ligera, que si estuviera convencido de lo que dijo ya hubiera ido a poner una denuncia penal en contra de hasta sus propios compañeros ex diputados de Acción Nacional y hubiese exigido que los refundieran en la cárcel.
Porque acusa a las anteriores Legislaturas de corrupción y tráfico de influencias y al Auditor Superior de “ser objeto” de escándalos de corrupción sin pruebas de por medio. Y es que estas acusaciones en boca de un diputado cuya responsabilidad es hacer leyes, son cosa serie y delicada.
Tanta irresponsabilidad no cabe en un representante social.
Y esa irresponsabilidad llega al grado de demostrar una total ignorancia sobre qué entidad es la responsable de fiscalizar y de sancionar las irregularidades de funcionarios corruptos, como él lo dijo sin rubor alguno. Para él, la fiscalización corresponde  a la Auditoría Superior, ignorando que esa obligación es del Congreso del Estado, del que él forma parte.
La “cereza en el pastel” del discurso del diputado Esquer es cuando sustenta sus acusaciones en la información errónea publicada por un diario local y que él la da por cierta, reclamando, además, que “hasta el momento se haya justificado la irregularidad”.
La verdad que este documento es una verdadera “joya” que no tengo la menor duda que necesitaremos sacar en el transcurso de la gestión de la 60 Legislatura de la que forma parte el diputado Alberto Esquer y sus 13 compañeros de partido que no sólo lo avalaron sino que ninguno fue capaz de desmarcarse de él, mínimo para no compartir la vergüenza de su pésima redacción, ya no digamos del contenido.
¡Ah! Y sería bueno enviar el documento a las primarias de Jalisco para ponerlo como ejemplo de cómo no se debe redactar y asustar a los alumnos de que si no estudian, de grandes serán como los diputados.