En octubre del año pasado el magistrado del Tribunal Administrativo del Estado (TAE), Alberto Barba Gómez, fue captado conviviendo alrededor de la mesa de un restaurante con un muy alegre neoalfarista Diego Monraz Villaseñor, titular de Servicios Municipales en Guadalajara.
Nueve meses después otro neoalfarista, Jesús Pablo Lemus Navarro, presidente municipal de Zapopan, solicita al Congreso del Estado someta al magistrado a un juicio político, por presuntos actos irregulares como otorgar la suspensión que permiten la construcción de un desarrollo habitacional, la instalación de espectaculares, pantallas electrónicas y vallas de publicidad, la operación de algunas gasolinerías y la construcción de una torre de 40 departamentos en una zona cuyo uso de suelo no lo permite, entre otros casos.
Barba Gómez jura y perjura que no ha violentado la ley porque “siempre me he conducido con probidad, con honradez y con honestidad”, virtudes que han sido cuestionadas por el propio Jesús Pablo Lemus al acusar al funcionario estatal de incurrir en actos de corrupción y poner en duda que sus bienes hayan sido obtenidos de manera lícita.
En cuantas entrevistas ha dado a los medios de comunicación -que a estas alturas ya son bastantes-, el magistrado Alberto Barba argumenta que sus resoluciones han sido motivadas porque la autoridad municipal no responde a las demandas o peticiones de los ciudadanos y que hasta el momento aquellas no han presentado juicios de lesividad en los casos en los que se le señala actuar indebidamente.
En un acto de contorsionista que aún nadie se explica cómo lo hizo, el munícipe Lemus Navarro presentó la solicitud de juicio político en contra de Barba Gómez como “ciudadano”, pues la ley no le permite hacerlo como funcionario público. Para ello bastó que en el documento que entregó al Congreso del Estado no incluyera junto a su firma el cargo que actualmente ostenta. Lo mismo hizo el “ciudadano” que lo acompañó en esta aventura y que es funcionario público en el Ayuntamiento de Guadalajara como secretario técnico de la Comisión Edilicia de Derechos Humanos y Equidad de Género, que preside la regidora neoalfarista María Guadalupe Morfín Otero.
En su edición de ayer jueves, el periódico El Diario NTR Guadalajara publicó una amplia entrevista con el magistrado Barba en la que niega una vez más los señalamientos en contra. Y no sólo eso, sino que niega que sus bienes materiales sean resultado de actos de corrupción; reconoce que tiene entre 10 y 12 vehículos antioguos, ninguno de colección, cuyo valor total oscila entre los 300 a 400 mil pesos, además de ser propietario de una finca obtenida mediante un crédito bancario que aún está pagando.
“No tengo ninguna propiedad en el extranjero, ni en Texas ni en san Antonio ni en ninguna parte del mundo. Y si las hubiera, que me digan dónde están para irlas a reclamar, porque yo no tengo conocimiento”, declaró al matutino.
Ante sus propios dichos frente a las acusaciones en su contra preguntó: ¿El magistrado Alberto Barba está jugando con fuego al negar de manera rotunda no sólo que ha actuado fuera de la ley sino rechazar que sus bienes sean resultado de la corrupción si existienses pruebas que confirmaran lo contrario?
Y ante las acusaciones emitidas en contra del Magistrado preguntó: ¿A qué grado puede llegar la irresponsabilidad de quien lanza acusaciones como las que ha hecho si las mismas resultaran falsas, máxime que es la autoridad municipal y a la que poco le habría importado dañar la imagen no sólo de Barba Gómez sino de toda su familia?
A raiz de la promulgación del Sistema Nacional Anticorrupción y el “mea culpa” (perdón) presidencial parece que no habrá tolerancia para quien incurrió en presuntos actos de corrupción o ilícitos, como ya quedó demostrado en el Instituto Jalisciense del Emprendedor por el hecho de haber adquirido unos pastelillos en el negocio de la esposa del ahora separado titular del mismo.
Sin duda que la acusación, por un lado, y la negativa de lo que se le acusa, por el otro, son pasos que con mucho riesgo dieron Jesús Pablo Lemus y Alberto Barba Gómez.
Al tiempo.