Durante los dos últimos días Carlos Lomelí Bolaños realizó un maratón de entrevistas en medios de comunicación en los que anunció que en 20 ó 30 días estará de regreso como delegado de Programas Sociales para el Desarrollo en Jalisco, con el aparente propósito de frenar de tajo la autopromoción que venía realizando el ex candidato de Morena al Senado, Antonio Pérez Garibay, para ocupar su cargo.

Lomelí Bolaños dijo de manera sarcástica que si a Pérez Garibay no lo conocían en la delegación de Jalisco, mucho menos lo iban a conocer “más arriba”, refiriéndose al nivel de secretarios de Estado y al propio presidente de la República.

Pero la aparición de Carlos Lomelí en medios locales anunciando su próximo regreso al cargo que dejó el pasado 12 de julio, se registra luego de que estuvo varios días en la Ciudad de México –él dice que entregando información y documentos para la investigación que lleva a cabo de sus empresas y de su persona la Secretaría de la Función Pública- y desde donde corrían versiones de que será exonerado de cualquier responsabilidad que se le achaca de presunto conflicto de interés, tras la investigación de Mexicanos contra la Corrupción en su contra de venderle al gobierno federal y a algunos gobiernos estatales medicamentos, en su papel de empresario y funcionario público.

Creo que Lomelí no hace sino cumplir la instrucción que recibió desde Palacio Federal para que comenzara, de viva voz, a anunciar su próximo regreso como superdelegado por así convenir a los intereses del propio presidente Andrés Manuel López Obrador -¿o será tan osado como para hacerlo por iniciativa propia?-, obligándolo a dar marcha atrás a su decisión de renunciar de manera definitiva al cargo.

Porque al menos así lo declaró aquel 12 de julio en la entrevista que concedió para ADN 40 de televisión, en el que dijo textualmente: “… Después de platicar con la familia y mis amigos, tras ello he presentado de manera muy respetuosa al gobierno de la República mi renuncia al cargo de delegado…”, y aseguró que dos días antes había sostenido un diálogo profundo con el coordinador de delegados, su jefe inmediato, Carlos García Hernández, y ahora declaró que ese mismo día –el miércoles 10 de julio-, dos días antes de la visita de López Obrador a Jalisco, había entregado su carta de renuncia.

En ninguna entrevista, Carlos Lomelí declaró que se separaba del cargo de manera temporal, sino que siempre habló de renuncia, y dijo que lo hacía “con la intención de que haya la libertad de que se puedan hacer las investigaciones correspondientes y parar este golpeteo y violencia mediática y política que intenta dañar al gobierno federal de manera permanente y contundente a través de esa asociación llamada Mexicanos contra la Corrupción…”. Ahora dice que no renunció y que sólo se separó del cargo.

Pero el mensaje que Lomelí se trajo de la Ciudad de México no fue sólo el de que regresa al cargo de superdelegado sino de que será candidato de Morena en 2021 y en 2024, se le reinstale o no en el cargo, como lo reveló en entrevista con Notisistema, y todo indica que buscará primero la alcaldía de Zapopan –donde tiene sentada sus bases- y posteriormente el gobierno del Estado. Ese parece ser el mensaje no sólo de Carlos Lomelí sino del mismo López Obrador, a menos que de aquí a entonces suceda algo que frustre sus planes.

Al tiempo.