El sábado pasado se cumplieron 29 años de la fundación del Partido de la Revolución Democrática, cuya celebración tuvo una escena inimaginable entonces: sus fundadores ya renunciaron al partido y el invitado principal a la celebración de aniversario fue el panista Ricardo Anaya Cortés, su abanderado a la presidencia de la República, en alianza con el PAN y el partido Movimiento Ciudadano.
La verdad, pese al discurso contrario de sus dirigentes y los esfuerzos por inyectarle optimismo a sus escasos militantes y seguidores, el PRD vive “horas extras”. Hoy prácticamente no existe, y lo poco que queda se ha entregado a una alianza con la derecha en la que la presencia perredista es prácticamente testimonial.
En Jalisco, su historia es por todos conocida en los últimos años, a partir de que se apoderó de él el Grupo Universidad. Y es una historia que contrasta con aquellos años finales de los ochentas y principios de los noventas, cuando los diversos grupos de izquierda se disputaban el territorio amarillo, se daban verdaderos debates entre las diferentes corrientes, se registraban rompimientos en serio no por las candidaturas, no por la nómina, sino por la disputa ideológica: políticos contra intelectuales.
Hoy lo que queda del PRD en Jalisco es lastimosamente arrastrado por su candidato al gobierno del Estado, Carlos Orozco Santillán, a quien hay que reconocerle -sabrá sólo él muy bien las razones de por qué lo hace- el esfuerzo que realiza por parecer candidato a la gubernatura y cumplir una tarea que le encomendaron… “sólo por no dejar”, dirían en el pueblo.
La agenda diaria que se comparte de las actividades del candidato Orozco se limita a un evento por día, pero eso sí se hace constar que por la tarde cumple con su obligación de catedrático y acude a impartir puntualmente sus clases.
Hoy su equipo de prensa -si es que llega equipo-, ha decidido ya no compartir fotografías de sus actos de campaña y sólo hace llegar el comunicado de prensa y algunos audios (Mp3), pues desde hace varios días atrás decidió no incluir fotografías de esos eventos. Y quizás tienen razón en no hacerlo, porque la última vez que compartieron imágenes, fue realmente triste verlas.
Y una de ellas es la que acompaña éste texto: el candidato perredista haciendo campaña en Cajititlán, en una fonda donde no había -según las fotografías- más de una decena de comensales. Lo acompañaba sólo uno de sus colaboradores.
Esta es la realidad de un PRD a 29 años de su fundación. Y quizás, a la par de la noticia del ganador de la elección a la gubernatura, el próximo dos de julio leámos la esquela que da fe de la muerte de un partido… que vive horas extras.