Tras la crisis de hace cuatro años que enfrentó la Universidad de Guadalajara con el caso del finado Carlos Briseño Torres como rector, y tras entrar a un período de calma bajo la batuta de Marco Antonio Cortés Guardado, hoy la máxima Casa de Estudios de Jalisco definirá su futuro para los próximos seis años con la elección del nuevo rector general.
La decisión de quién deberá de ocupar este máximo cargo universitario no se limita a la acción simplista de que sea el Gran Elector o el líder moral del Grupo Universidad, el ex rector Raúl Padilla López -como propios y extraños lo aseguran-, quien con su dedo índice señale a uno de entre los cuatro candidatos registrados.
Si la mayoría de votos favorece -como se ha dicho dentro y fuera de la UdeG- al rector del CUCEA, Tonatiuh Bravo Padilla, no debería extrañar a nadie, no sólo porque sea la voluntad de quien define la elección sino porque el tiempo y las circuntancias le son favorables a quien como diputado federal por el PRD fue presidente de la Comisión de Educación en San Lázaro.
Al paso de estos últimos cuatro años, no obstante que hoy los opositores al padillismo son más visibles, el ambiente al interior de la Universidad tapatía no representa riesgo, y mucho menos peligro, alguno. Durante estos cuatro años se tomaron las decisiones y se realizaron los ajustes necesarios de las piezas en el Grupo Universidad para llegar a esta elección en un clima de total armonía y, por supuesto, control.
Lo anterior podría ser un punto a favor de cualquiera de los cuatro aspirantes -del propio Bravo Padilla o de Ruth Padilla, Pablo Arredondo o Héctor Raúl Pérez-, de ahí que la definición del nuevo rector general será en función de los intereses de la Universidad de Guadalajara al exterior, y es aquí donde el escenario le favorece más que a ningún otro de los aspirantes a Tonatiuh Bravo.
De acuerdo al apunte de quienes conocen o están enterados de cómo se mueven los “hilos” universitarios, los puntos favorables para Bravo Padilla en esta carrera sucesoria son los siguientes:

  • Con él, la Universidad de Guadalajara sabrá interpretar las políticas educativas del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto que lleve a la Casa de Estudios a obtener ventajas sobre otras instituciones de educación superior.
  • Garantizaría la posibilidad de negociar, y obtener, mayores recursos económicos para la UdeG gracias a sus relaciones adquiridas durante su paso por la Cámara de Diputados en la Legislatura antepasada.
  • Garantizaría negociaciones positivas con la Secretaría de Hacienda para la llegada de dichos recursos, toda vez que fue compañero de bancada del responsable de las finanzas federales, Luis Videgaray, quien presidió la Comisión de Presupuesto en San Lázaro y con quien Bravo Padilla habría abordado no sólo obtener recursos para la UdeG sino para otras universidades.
  • En términos políticos, garantizaría la concreción de acuerdos con el gobierno federal en respuesta al apoyo que éste otorgue a la Universidad tapatía.
  • Su militancia perredista podría ser también un instrumento político que le ayudaría a cerrar acuerdos tanto con el gobierno federal como el estatal, pero al mismo tiempo sería un dique para evitar intromisiones externas de estos gobiernos en la Universidad.

En síntesis, dicen, con Tonatiuh Bravo Padilla ya están abiertos los canales de comunicación con las instancias locales, pero particularmente federales, que la Universidad de Guadalajara requiere para lograr concretar sus objetivos y con amplias posibilidades de lograr un desarrollo de los Centros Universitarios como no se había logrado en los últimos años.
Será cuestión de horas, pues, para confirmar si el pronóstico de propios y extraños se convierte en realidad.