Muy lejos están de beneficiar al grueso de la población en la solución de sus principales y más agobiantes problemas, las famosas y tan “cacareadas” iniciativas “ciudadanas” en el Congreso del Estado, a las que los diputados les han puesto especial atención.
No creo que las iniciativas “ciudadanas” discutidas y aprobadas, algunas,  y otras que están en el “horno” legislativo, sean la tarea que los ciudadanos tenían en mente encomendarle a nuestros actuales 39 diputados al momento de emitir su voto a favor de ellos.
Pero éstos han considerado que es prioritario atender asuntos y temas que, la verdad, están muy lejos de ser de las principales preocupaciones del ciudadano común, aunque sí lo son de grupos fácticos cuyo objetivo es ir ganando espacios de poder donde anteriormente no podían hacerlo por no formar parte de los instrumentos legales para ello, como son los partidos políticos.
No vayamos muy lejos y enumeremos las últimas iniciativas “ciudadanas” aprobadas y propuestas, y preguntémonos qué tanto son de verdadero interés para el grueso y común de los ciudadanos y en qué les ayudan a resolver sus principales problemas que enfrentan en el día a día.
Ahí están las reformas constitucionales sobre participación ciudadana con 13 figuras que muy difícilmente despertarán, precisamente, la “participación ciudadana”. No hay indicio alguno que asegure que con la aprobación de estos instrumentos la ciudadanía se volcará a la participación para modificar su realidad, entonrno o circunstancia.
Reitero que estas figuras están hechas para regocijo de los grupos de poder y fácticos. ¿Dónde está, entonces, la ganancia ciudadana?
Otra más: La iniciativa “3de3”: Declaración patrimonial, declaración de impuestos y conflicto de intereses. ¿Qué beneficios directos traen mayoritariamente a la ciudadanía estas tres figuras? Lejos está de ser un “candado” para evitar o combatir  la corrupción de los funcionarios públicos cuando hay una y mil maneras de ocultar o disfrazar el enriquecimiento ilícito -que no inexplicable-.
Ya comprobamos que los funcionarios públicos responden a esta iniciativa lo que quieren y como quieren.  Incluso, basta que el gobernante diga que ni él ni sus funcionarios públicos tienen conflictos de intereses para acabar con la discusión y evitar, así, aplicar precisamente las sanciones correspondientes de quienes no cumplen con esta “3de3”. Y nadie dice nada. Y si dice, no pasa nada. ¿Dónde está, entonces, la ganancia ciudadana?
Aún no se aprueban las reformas constitucionales sobre participación ciudadana y, por lo tanto, tampoco aún se promulgan cuando ya está en marcha otra “sesuda” iniciativa “ciudadana” denominada “Ley Nuestros Autos”, cuya trascendencia para la sociedad es que se regule el uso de los automóviles oficiales por parte de funcionarios públicos y no sean utilizados para beneficio -traslado- personal de quienes los tienen a su cargo o bajo su responsabilidad.
Para evitar eso, se legislará para obligar a todos los entes de gobierno que sus vehículos sean rotulados y, de esta manera, ser fácilmente identificados cuando sean utilizados fuera del horario de trabajo o en días de descanso.
¿En qué beneficia al grueso de la población una decisión como la anterior? ¿De qué manera le ayuda a resolver sus principales y agobiantes problemas del día a día. Con una iniciativa y acción como ésta de la “Ley Nuestros Autos”, ¿dónde está, entonces, la ganancia ciudadana?
Todo parece indicar que en el Congreso del Estado, y principalmente quienes promueven estas iniciativas “ciudadanas”, no tienen idea de las prioridades que reclaman mayoritariamente los ciudadanos para legislar, pues tampoco podemos dejar de reconocer que algún beneficio tienen estas inicitivas. Si, pero para un pequeño sector de la sociedad y, repito, principalmente para algunos grupos de poder o fácticos.
A diferencia de no mucho tiempo atrás, hoy tenemos mayoritariamente en el Congreso a diputados mediáticos, que trabajan para la tribuna y para ganarse los mejores espacios en los medios de comunicación o ser exitosos en las redes sociales, no para llevarse el aplauso mayoritario del ciudadano que ve reflejada en su vida cotidiana un trabajo legislativo efectivo para el bienestar de él y de los suyos.