Agotada la tercera parte de la campaña, Fernando Guzmán, el candidato del PAN a Gobernador de Jalisco, sigue en un lejano segundo lugar en las encuestas.

Con una estrategia que parece no reconocer que el PAN no sólo está abajo en las encuestas, sino que además este partido pasa por su peor etapa de imagen ante el electorado del país y del estado, la campaña de Fernando Guzmán no ha alcanzado ni a motivar a los propios panistas.
Desde un principio Fernando Guzmán y el PAN debieron entender que cuando existen distancias tan grandes en las tendencias del voto, como las que hay entre los candidatos del PRI y del PAN, es prácticamente imposible que el segundo alcance al primero por la vía del crecimiento de sus intenciones del voto, por lo que lo único que hay que hacer es derribar al puntero.
Pero, a diferencia de anteriores experiencias panistas, ni en la estrategia nacional ni en la estatal el PAN ha atinado a golpear lo suficiente a los candidatos priistas, quienes mantienen amplias ventajas a su favor luego de que un tercio de la campaña se ha agotado.
A dos meses de la campaña, Fernando Guzmán sigue en un lejano segundo lugar, entre otras, por estas razones:
1. Esperar la caída de Peña Nieto. Acostumbrados a la eficiencia que tuvo el PAN nacional en el pasado para derribar a sus contrincantes en las elecciones de Presidente de la República, muchos panistas en Jalisco están esperando que Felipe Calderón, Josefina Vázquez Mota y el PAN les hagan el milagrito de derribara al candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, y que está caída beneficie electoralmente a los candidatos panistas de todo el país.
Pero los priistas parece que ya han aprendido la lección de las campañas panistas de contraste del 2000 y del 2006 y ahora salieron mejor preparados a enfrentar la fuerza y las tácticas del PAN-Gobierno.
Además, cada campaña es muy diferente a otras y lo que pudo haber funcionado en una elección no necesariamente seguirá siendo eficiente en otras.
Así, ya se les fue a los candidatos del PAN un tercio de la campaña sin que Peña Nieto se caiga o que se vea un mínimo indicio de que se le pueda pronto hacer caer.
2. La esperanza de crecer. Creer que Fernando Guzmán puede crecer en sus intenciones de voto y alcanzar a Aristóteles Sandoval, el candidato del PRI, cuando la distancia es tan amplia, según las encuestas publicadas, es una estrategia ingenua.
La única manera que tiene Fernando Guzmán de ganarle la elección al candidato del PRI es con una inteligente y feroz campaña de contraste que derribe al priista y entonces crecer en esa coyuntura.
Pero ya se fue una tercera parte del período de campaña y, como en el caso de Peña Nieto, Aristóteles Sandoval no ha caído ni se ve en el corto plazo alguna acción contundente que amenace su condición de puntero.
3. Hacer campaña como si fuera ganando. No obstante que van encabezando en las encuestas, los candidatos del PRI se ven más activos y más echados para adelante que los candidatos del PAN, que van en desventaja en la intención del voto.
En parte por la expectativa de que la guerra sucia o campaña de contraste (que no se ve quién la vaya a emprender) acaben derribando a los candidatos del PRI, y en parte porque no se la creen de que en verdad pueden perder las elecciones del 2012, muchos candidatos del PAN están haciendo campaña como si no estuvieran conscientes de que están en amplia desventaja en las intenciones del voto.
4. No entender a tiempo las nuevas circunstancias. La elección del 2012 no tendría porque ser igual que las de 1995, 2000 y 2006. No sólo porque las condiciones políticas y partidistas de cada elección varían sensiblemente, sino porque la legislación electoral de este año difiere con mucho a las anteriores, que le permitieron al PAN desplegar sus implacables campañas negativas en contra de sus opositores.
Sin el acceso libre a la radio, y sobre todo a la televisión, el PAN está teniendo dificultades para desplegar sus ataques a los candidatos del PRI, con la contundencia necesaria para poderlos derribar lo suficiente como para que los panistas puedan ganar.