La Comisión de Justicia Partidaría del CEN del PRI concretó lo que ya se presumía desde que el asunto cayó en sus manos: la ex regidora de Guadalajara, Elisa Ayón Hernández, es expulsada de las filas del Revolucionario Institucional.
La suerte de quien también fuera dirigente estatal del sector popular (CNOP) estaba echada desde el momento en que el alcalde Ramiro Hernández garcía y el dirigente estatal del PRI, Hugo Contreras Zepeda, le solicitaron, primero, que solicitara licencia como regidora y, después, cuando el Congreso del Estado aprobó el juicio político en su contra, la destituyó formal y oficialmente de su cargo y la inhabilitó por diez años para ocupar cargos públicos.
Un caso como éste no se recuerda en la época contemporánea del PRI en Jalisco. Lo más que sucedió fue que destacados militantes renunciaron al partido, pero difícilmente el tricolor, aun y habiendo motivos, se había atrevido a dar un paso como éste: el de expulsar a una militante.
Y no era cualquier militante, no obstante que Ayón Hernández no dejó huella alguna como política en Jalisco o en la propia historia de su partido. Pero sí escaló muchos peldaños políticos que le permitieron tener un nombre en la clase política jalisciense.
Elisa Ayón -y muchos políticos de la vieja guardia y que no necesariamente tiene que ver con la edad de aquellos-, nunca se imaginó que el avance tecnológico acabaría con su carrera política, pues no olvidemos que fue una grabación de su diálogo con funcionarios del Departamento de Panteones del Ayuntamiento de Guadalajara la que desató todo el escándalo por el lenguaje utilizado y por la presunción de actos de corrupción que hasta el momento nadie ha comprobado.
Así, pues, tras el juicio político y ahora su expulsión del PRI, a Elisa Ayón Hernández le queda en su futuro enfrentar un proceso penal abierto en su contra, del que difícilmente se puede saber cómo terminará.
Ante la triste realidad que hoy padece Ayón Hernández, los políticos priistas ¿aprenderán “en cabeza ajena”?.