Hace 11 años -marzo del 2001- sentado en una de las sillas del restaurante Sirloin Stockade, celebrando con una comida el haber apadrinado a una generación de secundaria, Luis Colosio Fernández me confesó lo que a siete años del asesinato de su hijo Luis Donaldo pensaba de las investigaciones realizadas para esclarecer el crimen:
“Todo fue una comedia pésimamente actuada y llevada a donde se nos da a conocer a los mexicanos que definitivamente Colosio murió a manos de un solo tirador… Yo no comparto esa opinión”.
Y categórico expresó:
“Yo sigo sosteniendo que el crimen de Luis Donaldo fue un crimen político, que lo mataron para eliminarlo en la lucha por el poder…”.
Ante había dicho:
“Durante los últimos años yo vengo luchando y batallando con las uñas y las súplicas, pero nadie de los poderosos me ha escuchado. Pero tampoco he claudicado y sigo solicitando y sigo exigiendo que se haga justicia en el caso de Luis Donaldo…
“Nada de que el tirador solitario… ¡pamplinas!”.
Don Luis Colosio Fernández falleció el seis de febrero del 2010 convencido de que la muerte de su hijo Luis Donaldo no fue obra de un “tirador solitario”. En aquella entrevista de marzo del 2001 agregó:
“Fue un complot muy bien organizado y llevado a cabo impecablemente por un brazo armado que pudo haber sido equis organización…”.
Tres años después de aquella entrevista aquí en Guadalajara, platiqué nuevamente con don Luis Colosio, a la sazón senador de la República, previamente a la presentación de su libro de memorias “A diez años, Colosio habla”, redactado por uno de los amigos más cercanos del ex candidato presidencial, Samuel Palma César, y presentado en el Club Libanés de la ciudad de México.
Durante la presentación de su libro, don Luis Colosio expresó al respecto:
“Con la publicación de esta modesta obra quiero hacer un sincero llamado a la conciencia de los mexicanos para recordar el sacrificio de un hombre entregado por completo al servicio de las mejores causas de la Patria, a partir de conocimiento y crítica a un suceso tan abominable como el crimen que planearon y ejecutaron contra Luis Donaldo, en aras de una lucha enfermiza por el poder que sólo nos enfrenta y nos acaba. Sólo pretendo contribuir a erradicar ese tipo de hechos…”.
Pero para entonces, aquella tarde del 19 de marzo de 2004, sentado sobre un sillón de la antesala del auditorio, don luis Colosio Fernández seguía pensando lo mismo de aquel 2001. Así lo expresó:
“Mi sentir sigue siendo el mismo de tristeza que nos invadió desde el momento en que lo asesinaron. Es el mismo sentir de frustración de que las investigaciones no avanzaron y que, como lo dije en ocasiones anteriores, en los presidentes anteriores nunca encontré voluntad para que el caso saliera adelante…”.
Y así se definió:
“Soy un ciudadano agraviado. Considero que los intereses que generaron el asesinato son los mismos que pusieron la barrera y que va a ser un milagro que se pueda traspasar”.