Durante los últimos 18 años muchos panistas no se preocuparon por sus ingresos económicos. Sabían que mientras su partido, Acción Nacional, estuviera en cualquiera de los dos niveles de gobierno -estatal o municipal- o en ambos, no tenían nada de qué preocuparse.
El “agua les llegó a los aparejos” cuando después del uno de julio del año pasado se dieron cuenta de que “el mundo se les venía encima” al ser derrotados no sólo otra vez en los gobiernos municipales de la zona metropolitana sino también en el Gobierno del Estado, tras tres sexenios de vivir del presupuesto.
Muchos panistas se conocían muy bien como correligionarios. Por un lado, los que estaban en el poder, sabían que tenían las arcas públicas, la nómina, como instrumento para “encantar” a muchos militantes en tiempos electorales, ya fuera internos o constitucionales; por el otro, estos militantes sabían, a su vez, que los aspirantes a cargos de partido o de elección popular, iban a requerir de sus “servicios” y el mejor “anzuelo” era ofrecerles un espacio en la nómina para ellos o su gente.
Vamos, ambas partes sabían que la nómina servía, y de mucho, en ambos sentidos. De ida y vuelta.
Y así transcurrieron un sexenio, luego el segundo y posteriormente el tercero, así como una serie de trienios en donde la nómina jugaba un papel importante.
Pero después del uno de julio pasado las cosas cambiaron.
Sabedores de que habían perdido el gobierno estatal y que no recuperaron ni un sólo ayuntamiento metropolitano, entonces los panistas que lograron llegar a la administración pública como oposición han demostrado un interés inusitado por los recursos económicos y parecen no estar dispuesto a perder ni un sólo peso.
Tres casos son bastante ejemplares de esta nueva actitud de los panistas:
1. Al inicio de la administración municipal en Tlaquepaque, el alcalde Alfredo Barba Mariscal propuso a todos sus compañeros regidores reducirse el sueldo. La mayoría aceptó, salvo los panistas, quienes no sólo no se lo redujeron sino que hasta se ampararon para no ser obligados a hacerlo.
2. Al inicio de la presente Legislatura en el Congreso del Estado y tras conocerse que de discurso los nuevos coordinadores de las bancadas hablaban de un Pacto de Austeridad, los diputados del PAN fueron los primeros en advertirles a su coordinador, Gildardo Guerrero, que no estaban de acuerdo con eso de la austeridad y que no estaban dispuestos a entregar ni un solo peso de lo que sus antecesores disfrutaron. Lograron su propósito.
3. Mientras los perredistas no han hecho efectivo el cobro del monto para sus casas de enlace (mejor conocidas como de campaña); los del Partido Movimiento Ciudadano aun no deciden qué hacer; y los priistas esperan recibirlo personalizado, los diputados del PAN no sólo ya lo cobraron sino que hasta se los repartieron, con una inusitada urgencia pocas veces vista.
Ante todo lo anterior, no hay duda que hoy, tras perder el poder, a no pocos panistas hasta un peso del erario público les sabe a gloria.