Con una conducta propia de pandilleros y vándalos -con el respeto para éstos personajes-, incurriendo en una grosera provocación y falta de respeto para el Poder Judicial y aportando su cuota a la ya de por sí devaluada figura del diputado -que no legislador-, Augusto Valencia López y Alejandro Hermosillo, ambos alfaristas, ingresaron al Palacio de Justicia para colocar carteles en los que pedían la renuncia del presidente Luis Carlos Vega Pámanes.
Nunca en la historia de la relación entre los poderes Legislativo y Judicial había sucedido un hecho como el de ayer, pero creo que sólo dos personajes como los que lo hicieron podían incurrir en algo así.
Y mire que no son dos ejemplos a seguir y tienen también cuentas pendientes que dar a la sociedad jalisciense: Augusto, además de que sus familiares incurren en un nepotismo sin vergüenza alguna, goza de un préstamo ilegal por casi un cuarto de millón de pesos que ¡siete veces! le negaron en el área administrativa del Congreso porque no se apegaba a lo que marca la ley, pero seguramente recurrió a su jefe y logró que la Comisión de Administración -que preside también una diputada alfarista del Partido Movimiento Ciudadano-, aprobara la ampliación de la partida para préstamos con el fin de satisfacer la exigencia del susodicho, quien llegó con documento en mano a exigir el préstamo que no cumple con los requisitos de ley.
En el caso de Alejandro Hermosillo, pesa sobre él la responsabilidad de un cargo que la Auditoría Superior del Estado aplicó al Consejo Directivo del CODE, presidido por Carlos Andrade Garín, y del que él formaba parte, en la Cuenta Pública 2012 por un monto por 36 millones de pesos, mismo que se encuentra “congelado” gracias a una suspensión otorgada por el hoy “satanizado” por los alfarfistas magistrado Alberto Barba, del Tribunal Administrativo del Estado.
Si bien Hermosillo negó cualquier responsabilidad en esta irregularidad y solicitó a la Comisión de Vigilancia de la pasada Legislatura la corrección de lo que él alega es un error, la verdad es que -hasta donde se sabe- no ha procedido tal corrección y el ex panista y ex  titular del Instituto Jalisciense de la Juventud continúa como corresponsable de esa millonaria irregularidad.
Ahora estos dos personajes, en uno más de sus excesivos protagonismos mediáticos, acudieron a las instalaciones del Supremo Tribunal de Justicia para colocar carteles con la leyenda “#FueraVegaPamanes”, importándoles poco que es la sede del Poder Judicial del que no sólo forma parte quien piden que renuncie sino 33 magistrados más, quienes no pueden cerrar los ojos a esta reprobable conducta y lo menos que se espera de ellos es un pronunciamiento de rechazo a lo realizado por estos dos diputados y una exigencia de respeto como institución.
Aquí habría que reconocer la actitud del oficial mayor del Supremo Tribunal, Jorge Ávila Valdez, (en la fotograía tomada de El Diario NTR y que acompaña este texto) quien se enfrentó a Valencia López, le hizo saber que era inadecuado lo que estaba haciendo, que incurría en una provocación y que estaba en la casa del Poder Judicial. Incluso, tuvo que solicitar la intervención de un elemento de seguridad estatal y fue así como Augusto y Hermosillo terminaron por aceptar retirar el letrero que ya habían colocado al ingreso de la sala del Pleno.
¿Es esta la conducta que debe de tener quienes se dicen diputados y exigen respeto como tal? ¿O es la conducta propia de pandilleros enfundados y escudados en la otrora respetable investidura de un legislador?
Escenas como la protagonizada ayer por Augusto Valencia y Alejandro Hermosillo no hacen otra cosa sino que echar más gasolina al fuego político, y eso es peligroso. El horno no está para bollos.
Y si no, al tiempo.