Contra lo que aseguran algunos candidatos y ciertos analistas, para el presidente del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, Guillermo Alcaraz Cross, en el actual proceso electoral no ha habido “guerra sucia”.
Alcaraz Cross dijo ante los medios de comunicación que para él no hay guerra sucia, y que sabe que la línea que hay entre la denuncia y la guerra sucia es muy delgada, por lo que considera que hasta el momento no es necesaria la intervención del “árbirto” electoral.
Guillermo Alcaraz Cross tiene razón. A diferencia de otras ocasiones, de procesos electorales anteriores, no hay elementos para aseverar que la “guerra sucia” hizo su aparición en estas elecciones, pues no se le puede denominar así a la serie de denuncias que se han hecho hacia candidatos o militantes de los diversos países, principalmente del PRI y del Partido Movimiento Ciudadano.
Y no hay “guerra sucia” cuando hasta el momento las denuncias han sido respaldades con pruebas documentales o de audio, por lo que no se puede hablar ni de calumnia ni difamación. Son simplemente denuncias ante la opinión pública y algunas de ellas han sido llevadas, incluso, ante las autoridades correspondientes.
Mucho menos hay “guerra sucia” cuando los que hacen la denuncia con sus pruebas respectivas son los medios de comunicación, como tampoco lo es cuando éstas son reveladas por el adversario o los adversarios del acusado o señalado.
No son “guerra sucia” las revelaciones de diarios como Mural con las notas del caso de “Papá Leonel”. Las pruebas de audio son irrefutables de lo que dijo, aunque de acuerdo a las autoridades electorales no son un delito que amerite alguna sanción. Falta la resolución de las autoridades penales sobre las que, si no me equivoco, también se presentó una de nuncia.
Tampoco es “guerra sucia” lo dado a conocer por Milenio en el caso de la casa de Enrique Alfaro y la falta de permisos municipales que de acuerdo a la ley se requieren para hacer lo que hizo, violando una ley que él mismo impulsó cuando era diputado por el PRD. De todo hay pruebas documentales y también son irrefutables.
No hay “guerra sucia” en la denuncia y revelación que hizo el diario La Jornada de la manipulación que Jesús Pablo Lemus Navarro hizo del formato oficial y original de la plataforma #3de3 de candidato transparente del Instituto Mexicano de la Competitividad y de Transparencia Mexicana para informar lo que le dio la gana de sus declaraciones patrimonial y fiscal, así como de conflicto de intereses. Como tampoco lo es la información posterior de que tampoco reveló una serie de propiedades que estaba obligado a registrar en dicha plataforma. Hay pruebas documentales de ello que son irrefutables. El propio IMCO denunció que Lemus Navarro alteró el formato oficial.
Naide puede decir que es “guerra sucia” lo denunciado y revelado por el candidato del Partido del Trabajo, Martín Pérez Gómez, en el sentido de que cuando Lemus Navarro era directivo de las empresas de su suegro, éste y algunos de sus socios eran investigados por el FBI y las autoridades estadounidenses por presntos diversos delitos. Resultado de estas investigaciones son la condena de 12 años de cárcel a uno de los socios y la prohibición de por vida para que el familiar del candidato ingrese a los Estados Unidos. Las pruebas documentales son irrefutables.
Como tampoco es “guerra sucia” la revelación del periódico Mural de que la placa trasera del vehículo de Lemus Navarro está alterada, pues la parte de una letra y de un número fueron borrados para que aparentaran una letra y un número diferente. La fotografía de la placa es una prueba irrefutable.
Y mucho menos es “guerra sucia” la denuncia hecha ayer por el PRI de una presunta desviación de 86 millones de pesos del erario público de Tlajomulco a la campaña de Alfaro Ramírez. Las pruebas documentales con que fundamentaron esta denuncia, son irrefutables.
Por esto es que Guillermo Alcaraz Cross tiene razón al decir que lo que hay son denuncias, en donde por supuesto el denunciante está obligado a probar y el denunciado a hacer lo mismo a su favor. Pero decir que hay “guerra sucia”, nada más alejado que eso.