A partir de hoy comienza la cuenta regresiva para la Comisión de Asuntos Electorales, primero, y para el pleno del Congreso del Estado, después, para determinar quienes serán los integrantes del Consejo General del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC), plazo que vence este viernes 31.
No hay prórroga.
Lo que los diputados deberán de definir son quién es el presidente y quiénes los seis consejeros que integran el Consejo General.
A decir verdad, para el primer cargo no tienen de dónde elegir más que de las dos sopas existentes: el actual presidente José Tomás Figueroa Padilla y el ex contralor del propio instituto Luis Guillermo Saldaña Moreno. Ambos obtuvieron una buena calificación en la evaluación que les aplicaron: el primero 32 puntos y el segundo 34. Pero no depende de esta devaluación quién presidirá los próximos tres años el IEPC.
Son otros factores los que determinarán a favor de quién se inclinarán las dos terceras partes de los diputados, siendo el factor político uno de los principales. Y es el político el que, aseguran, habría determinado ya que Figueroa Padilla repetirá en la presidencia del organismo electoral, pese a que sus detractores han emprendido una campaña en su contra en las redes sociales.
Hay que decir que sus principales detractores son quienes perdieron la elección a la gubernatura, aunque los mismos que calificaron esta elección son quienes les reconocieron el triunfo en otros cargos, como alcaldías y diputaciones.
Pero sin duda que la postura frente a los actuales consejeros electorales que se registraron para repetir en el cargo depende del “cristal con que se mire”, precisamente, al pasado proceso electoral del 2012, donde por supuesto los ganadores no impugnarán a ninguno de ellos, quizás; en tanto que quienes no se vieron favorecidos por el voto ciudadano, que no por la actuación de tal o cual consejero, dirán de ellos hasta de lo que se van a “morir”.
Sin embargo, cabe reflexionar: ¿Se le puede achacar a cualquiera de los actuales consejeros el triunfo o la derrota de tal o cual candidato? ¿Deveras la actuación de estos consejeros influyó en la derrota de quienes hoy los critican y en el triunfo de quienes hoy guardan silencio? ¿Hay elementos de prueba fehacientes que determinen la no elección de los actuales consejeros electorales para repetir en el cargo?
¿Deveras hay pruebas para impedir que Tomás Figueroa no repita como presidente del Instituto Electoral? ¿Fue responsable de la derrota y el triunfo de los contendientes electorales? ¿Su amistad con políticos -obvio-, será un factor para que no repita en el cargo? ¿El “grito” de sus detractores asustará a los diputados como para que no sea electo nuevamente?
Los diputados tienen, pues, la última palabra. Y ya veremos de qué material están hechos: si están dispuestos a enfrentar la “metralla” twittera de los detractores de los actuales consejeros y elegir a todos o varios de ellos, incluido el actual presidente, o estarán convencidos de la necesidad de renovar el Consejo Electoral… incluido el actual presidente.