Como si no conocieran cómo trabaja el Congreso del Estado en cualquier Legislatura -la actual no es una excepción-, advertí con sorpresa las reacciones generadas por la decisión de la Comisión de Puntos Constitucionales de retirar de la agenda de la sesión de ayer el dictamen para reformar la Ley Orgánica del Congreso del Estado para que los diputados independientes puedan encabezar o presidir alguna de las comisiones legislativas e, incluso, formar parte de la Junta de Coordinación Política, a iniciativa del entonces diputado Héctor Pizano Ramos, hoy secretario del Trabajo.
Hubo hasta quien se atrevió a calificarlo como una “traición” para el hoy diputado independiente electo Pedro Kumamoto, quien también a través de sus cuentas en redes sociales manifestó su inconformidad por la propuesta del diputado panista José Luis Munguía de retirar el dictamen para una posterior discusión y la aprobación por mayoría de dicha propuesta.
Me llama la atención el rumbo que toman las cosas en torno a Pedro Kumamoto, quien si bien tiene bien ganados todos los méritos que a él corresponden por lograr lo que muchos creíamos casi imposible, como ganar una elección sin ser postulado por un partido político, se está llegando a la exageración, como denominar a estas reformas “Ley Kumamoto” y ahora calificar de “traición” a su persona por el hecho de que los diputados hicieron algo que es común en temas que ellos consideran trascendentes o con una importancia política particular, como sería este caso.
Creo que no hay que llegar, incluso, a “rasgarse las vestiduras” cuando a la actual 60 Legislatura le quedan aun casi tres meses: lo que resta de agosto, septiembre y octubre, pues la nueva Legislatura inicia trabajos el primero de novimbre. Estamos hablando que aún quedan casi 90 días para que la Comisión de Puntos Constitucionales aborde nuevamente este tema que les será imposible eludir, por eso no hay de qué preocuparse.
Los actuales diputados no pueden ignorar un mandato ciudadano que debe de reflejarse en la misma Ley Orgánica del Poder Legislativo. Eso lo advirtió a tiempo el hoy secretario de Trabajo, Pizano Ramos, cuando presidía la Comisión de Justicia, y por eso planteó la reformas a dicha legislación que gobierna la actuación y vida del Congreso estatal.
Quizás los “kumamotoístas” se emocionaron y creyeron que todo era posible en el Congreso del Estado cuando semanas atrás el diputado Hernán Cortés Berumen, quien a partir del próximo día 15 deja de ser legislador y, por tanto, presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales, declaró que tendría listo el dictamen, seguramente a favor, para ponerlo a consideración del resto de la Comisión y, por ende, se dio por hecho de que en la sesión de ayer sería aprobado hasta por unanimidad.
Pero craso error creer que Santa Claus es quien reparte los juguetes en Noche Buena. Los integrantes de la susodicha comisión estaban en su derecho, libertad y facultad no sólo de solicitar se retirara de la agenda del día dicho dictamen sino hasta votarlo en contra, importándoles poco el costo político que les hubiera acarreado hacer esto último, pues al fin y al cabo ellos ya van de salida. Pero no. Sólo aprobaron posponer su discusión porque consideraron que aun había algunas dudas y porque, como en cualquier otra comisión, creyeron que dichas reformas caben en otro paquete que las incluya.
Entonces por eso no hay que dar tanto brinco estando el suelo tan parejo.
Claro que también se me hace una actitud desmedida que Kumamoto y sus seguidores pretendan imponerle sus tiempos a los actuales diputados o a la Comisión de Puntos Constitucionales. Los diputados de la 60 Legislatura no tomarán decisiones ni actuarán en función de una sola persona, por muy meritorio que sea la forma en que logró ganar una elección. Y mucho menos lo harán si esto tiene implicaciones que a la larga pudiera perjudicarlos. Recordemos que los diputados de hoy y los 38 de la próxima Legislatura, representan a sus respectivos partidos políticos, y será en función a dicha representación que actuarán.
Así, pues, “que no panda el cúnico”, como dijera el fallecido Roberto Gómez Bolaños en su personaje de “El chapulín colorado”. Ya llegará el momento en que Kumamoto y los suyos festejen unas reformas que, reitero, los diputados actuales no pueden eludir. Al tiempo.