Ayer el Instituto Nacional Electoral dió “luz verde” al diputado Pedro Kumamoto Aguilar para que a partir del día 11 -y hasta el 8 de enero- comience a recabar las poco más de 115 mil firmas que requiere para registrarse como candidato al Senado de la República. Y a eso dedicará su tiempo.
Pero una de las grandes habilidades que ha demostrado Kumamoto Aguilar es saber confundir al ciudadano con su discurso, bajo el argumento de que por ser un político sin partido le asiste la razón.
Por ejemplo, como diputado “independiente” ha salido en defensa de los partidos políticos como lo hizo en su artículo “¿Se puede acabar con los partidos políticos?”, que publicó el 4 de julio en el periódico El Financiero, en el que señaló: “Buena parte de construir un nuevo país descansa en la posibilidad de que reconstruyamos, discutamos y reconceptualicemos a los partidos…”. Y agregó:
“(…) Esta enorme crisis no va a mejorar si la sociedad no se involucra en construir un nuevo horizonte para ellos (los partidos políticos) y, por consecuencia, para la sociedad. Por eso es importante que la flojera al pensar en los partidos políticos no nos invada, y la próxima vez que nos hablen sobre ellos aceptemos la invitación, el país depende de ello”.
Antes, convenció a no pocos ingenuos de que iba a cobrar menos de lo que cobraba el resto de los mortales diputados locales, que porque él sólo se quedaría con el 30% de su “dieta” y donaría el 70% restante. La verdad es que el cobra el 100% de su sueldo al igual que lo hacen los 38 lesgiladores restantes, le cuesta al erario público lo mismo que el resto de sus compañeros, pero por voluntad propia él decidió regalar parte de ese ingreso.
También con un discurso engañoso, Kumamoto ha capitalizado y ha hecho creer que las reformas como la desaparición del fuero y la reducción del financiamiento público a los partidos políticos fue obra sólo y únicamente de él, cosa que no es cierto y ´rl mismo lo reconoce “entre dientes” y en voz baja.
Incluso, no obstante ser diputado sin partido o “independiente”, se opuso a que se les retirara a los partidos políticos el financiamiento público en años no electorales y, en cambio, promovió que se les siguiera regalando recursos públicos aún y cuando no hubiese elecciones, aunque en un monto menor al que actualmente reciben.
Y todo mundo le aplaudió tan grande “hazaña”.
Ahora nos sale con el gracioso argumento de que él no es un político “chapulín”, pues de ser diputado local solicita licencia para buscar ser candidato a senador y posteriormente, si cumple los requisitos, dejará la diputación para hacer campaña. Su argumento de defensa es el siguiente:
“A diferencia de la clase política, de esta élite política, nosotros no tenemos absolutamente nada seguro. No tenemos ningún tipo de pacto o posibilidad para tener claridad de cuál será el futuro…”.
¡Ah, qué Kumamoto!
El político “chapulín” no es aquel que tiene seguro un nuevo cargo, como pretende hacernoslo creer. Hay que decirle al joven político que un político “chapulín” es aquel que ostentando un cargo por un tiempo determinado, ambiciona ocupar otro cargo que le obligaría a no concluir el que en su momento tiene y que le otorgó la ciudadanía.
Vamos, es tan sencillo: el político “chapulín” es aquel que busca brincar de un cargo a otro y luego a otro y a otro y así sucesivamente… independientemente de si lo logra o no.
Por lo tanto, Pedro Kumamoto Aguilar es un político tan “chapulín” como cualquier otro político partidista, pues siendo diputado local busca ser senador sin cumplir el período de tres años por el que fue electo. Y seguramente si es senador, buscará luego otro cargo y así, sucesivamente…
Ah, por cierto, cuando le preguntan que si llega a ser Senador donará el 70% de su sueldo, dijo… ¡lo voy a pensar!
¿Verdad que va que brinca para ser todo un político… como son todos los demás que militan en un partido?