Desde sus orígenes la Universidad de Guadalajara ha estado ligada al poder político en Jalisco. En los últimos años otra universidad parece estar dispuesta a entrar de lleno a la lucha política en el estado: el Iteso.
La bicentenaria UdeG nació y creció ligada al poder. En la época post revolucionaria se convirtió en un aliado incondicional del entonces todopoderoso PRI. Del binomio Universidad de Guadalajara-Federación de Estudiantes de Guadalajara (la FEG) surgieron muchos cuadros políticos que nutrieron las filas del priismo.
Después de los 70s, luego del asesinato de su cacique Carlos Ramírez Ladewig, el grupo UdeG-FEG se dividió en dos alas: la priista y la que decidió militar en los partidos de izquierda.
La lista de políticos jaliscienses priistas originados en la universidad pública del estado es enorme.
Por su parte, luego de pasar por los muchos experimentos de las izquierdas, esa ala universitaria acabó estacionada en el PRD (también controlado por el grupo político que juega al mismo tiempo con el PRI).
Una institución educativa privada, la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG) jugó también un papel político importante después de los 40s del siglo pasado, como un contrapeso derechista a las intenciones socialistas de los gobiernos post revolucionarios.
Sin embargo, la UAG nunca logró posicionar a sus cuadros egresados en los espacios del poder público en Jalisco.
Otra universidad privada, la católica Universidad del Valle de Atemajac (Univa), ligada al Arquidiócesis de Guadalajara, se enfocó en desarrollar cuadros para incrustarlos en los medios de comunicación. Si bien logró durante un tiempo contar con un buen número de periodistas en los principales medios, nunca alcanzó a conformar un movimiento o una fuerza que consolidara un verdadero bastión de influencia.
Por eso la UdeG, o mejor dicho el grupo político que la controla y que ahora encabeza Raúl Padilla López, se mantuvo como la única universidad protagonista en la vida política del estado.
Sin embargo, en los últimos años el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (Iteso), la universidad jesuita de Guadalajara, ha venido avanzando en su participación en la vida política del estado.
Durante años los itesianos mantuvieron el control de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos y, aunque perdieron su control con el actual presidente (egresado de la UdeG), siguen peleando día a día la recuperación de ese espacio.
También han intentado, sin conseguirlo, hacerse del control de los organismos electorales en el estado.
La mayoría de los movimientos sociales que han jugado un papel importante en el estado en las últimas décadas tiene su origen en esta universidad.
El primer diputado local independiente, Pedro Kumamoto, no sólo es egresado de esta casa de estudios sino que su grupo asesor -el que le ayudó a conseguir la candidatura y a ganar la elección- está conformado por académicos itesianos.
Y sin duda, su punta de lanza, su egresado más destacado en la política jalisciense es Enrique Alfaro Ramírez, el alcalde electo de Guadalajara y líder de la corriente que se cobijó en el partido Movimiento Ciudadano.
No es gratuito ni coincidencia que en las filas del alfarismo militen tantos itesianos y que muchos de ellos figuren entre quienes integrarán los gobiernos municipales y las fracciones legislativas bajo las siglas de MC.
El ascenso del Iteso en el espectro político de Jalisco se da al mismo tiempo que la UdeG vive, aliado al PRI, su peor momento en la política estatal. ¿Coincidencia o consecuencia de?
Independientemente de la opinión que cada quien tenga de la participación orquestada de las universidades en la política del estado, lo cierto es que ésta es absolutamente legal y legítima.
Sobre el papel que ambas universidades juegan y jueguen en el futuro en la vida política de Jalisco, sólo sus resultados hablarán.