¿De qué depende que Eduardo Rosales Castellanos, como el Flautista de Hamelín, logre llevarse, no ratas ni niños, sino militantes y simpatizantes panistas a su proyecto de alianza con el alfarismo para las elecciones del 2015?
De lo que suceda  a finales del año en el Comité Ejecutivo Nacional y en agosto próximo en el Comité Directivo Estatal, pasando por lo que suceda en meses anteriores de 2014 en la renovación de los consejos nacional y estatal.
Como dijera Jack El Destripador, vamos por partes:
En noviembre próximo se relevará la dirigencia nacional del PAN y en la lucha se encuentran enfrascados los calderonistas y los maderistas-yunquistas. Los primeros, con el senador Ernesto Cordero como candidato visible -no descarto que terminen jugando con otro-; los segundos, perfilando al actual dirigente, Gustavo Madero, para su reelección -sin descartar que terminen jugando con otro-.
En agosto de 2014 se relevará la dirigencia estatal del PAN, donde sin duda habrá más de uno o dos aspirantes. Ya mencionamos que al interior del PAN han identificado a tres potenciales candidatos, por el momento: José Antonio de la Torre Bravo, por el grupo rosalista-alfarista, y Miguel Ángel Martínez Espinoza, por parte del grupo cardenista-tarcisista, denominada “Renovada Convicción”; y Javier Arrieta, a quien por el momento podríamos ubicar como el candidato de otra parte del grupo del ex gobernador Francisco Ramírez Acuña.
Resta esperar si el grupo emilista lanzará un aspirante propio o se sumará a la corriente rosalista-alfarista y  “jugará” la dirigencia estatal con De la Torre Bravo.
Si en la dirigencia nacional del PAN ganan los calderonistas y aquí en Jalisco los rosalistas-alfaristas, aunado localmente a un triunfo en los comités municipales de los aspirantes de éste último grupo, Eduardo Rosales tendría un camino más despejado para concretar su proyecto de llevar al PAN a una alianza electoral en el 2015.
Pero si, en cambio, el triunfo favorece a los maderistas-yunquistas en el CEN y a cualquier otro de los grupos y corrientes contendientes en la elección estatal, entonces sin duda no sólo se complicaría esa alianza sino que prácticamente estaría muerta, con la alta posibilidad de que se repita la historia del 2012: que los alfaristas hoy agazapados como militantes del PAN, terminen por salirse del partido.
Sin embargo, si hubiese combinación de dirigencias (CEN: calderonistas; CDE: no rosalistas-alfaristas), se apuesta que la alianza electoral no prosperaría. Pero, cosa contraria sería si en el CEN ganan los maderistas-yunquistas y en el CDE los rosalistas-alfaristas.
Así, mientras “son peras o son manzanas”, hábil como es, Eduardo Rosales Castellanos hace lo que sabe hacer: la “talacha” política, de la que sin duda saldrá ganador, con o aun sin alianza electoral.
Al tiempo.