Haber estado 18 años en el poder estatal y 12 años en la Presidencia de la República no fue suficiente para que el PAN construyera una clase política sólida en Jalisco.
Rumbo al 2015, ya fuera de los gobiernos estatal y federal, el panismo jalisciense está escaso de figuras presentables ante el electorado.
Dividido, traicionado, resquebrajado, abandonado por figuras oportunistas que buscan en otros colores el regreso al presupuesto gubernamental, el PAN en Jalisco se enfrenta en el 2015 a otra muy difícil elección.
La zona metropolitana es una clara muestra de la crónica enfermedad que vive ese partido.
En Guadalajara, Tlaquepaque y Tonalá tendría que echar mano de figuras recicladas -los exalcaldes Alfonso Petersen, Hernán Cortés y Jorge Vizcarra- para aspirar a ser medianamente competitivo en las urnas.
En Zapopan sus aspirantes son casi de caricatura.
En Tlajomulco prácticamente no tiene nada qué hacer.
Además, en varios de estos municipios el PAN tendrá que enfrentarse a expanistas que buscarán ser los candidatos del Partido Movimiento Ciudadano, el que controla Enrique Alfaro, y a la división que eso genera.
Es claro, 18 años de gobierno estatal y 12 años en la Presidencia de la República fueron desaprovechados por un partido que privilegió la grilla de corto plazo a un proceso serio y responsable de formación de una clase política de altura.