Ante una Comisión Política Permanente del PRI Jalisco ampliada con una veintena de invitados a la sesión de la semana pasada, el presidente de la Fundación Colosio, Alberto Mora Martín del Campo, puso énfasis en lo que llamó “la comisión de errores, algunos muy graves, de acción y omisión que agravian a la sociedad y, en algunos casos, desprestigian” al PRI, cometidos en el marco del proceso electoral del pasado domingo siete de junio.
Y de esos “errores, algunos muy graves, de acción y omisión”, destacó tres:

  • “La desatención a la gestión social, que alguna vez fue divisa de identidad de nuestro instituto político y sus gobiernos.
  • “La indiferencia frente actos de corrupción de funcionarios radicados en tareas destinadas a la atención del público.
  • “Una militancia lastimada por promesas incumplidas, con una clase dirigente que optó por defender políticas públicas, la reingeniería administrativa y las reformas estructurales, antes que las causas civiles y gremiales de quienes pretendimos obtener su voto”.

Frente a sus correligionarios, Mora Martín del Campo les recordó que tras los comicios pasados “solo 26 de cada 100 ciudadanos estarán gobernados por el PRI. Nuestra principal oposición por municipios gobernará en el 73.49 por ciento de la población”.
Refirió que “el poder está cambiando en sí mismo: cada vez es más fácil acceder al poder, más difícil de ejercerlo y más fácil de perderlo”, y que “los poderosos son cada vez menos y tienen menos poder, y el poder que tienen es frágil y transitorio”.
Agregó:
“Hoy el futuro está en manos de los más jóvenes, con quienes tendremos que encontrar la manera de transformar este frenesí de libertad, la reciente y notable adquisición de poder, en una nueva vía de gobierno, en un nuevo y mejor ejercicio del poder que no incluya un rechazo adolescente e inútil a las instituciones”.
Vale la pena poner especial atención a los tres “errores” enumerados por Alberto Mora, considerando que, efectivamente, lo que en su momento fue una sólida y efectiva Secretaría de Gestión Social del PRI pasó a una “mejor vida”. Incluso, y eso dice mucho, las oficinas donde esta secretaría recibió durante años a muchos ciudadanos que iban en busca del apoyo del partido para la solución de sus problemas, me cuentan que hoy es un local de venta -muy baratos-, de armazones de lentes.
En eso quedó la gestión social del PRI: ofrecer armazones de lentes a precios baratos.
En el segundo punto, el PRI no fue capaz de ver desde la corrupción a gran escala donde se asegura se pedía el 30% de “moche” y que había quien lo entregaba a sabiendas de que su ganancia finalmente era o sería mayor a ese porcentaje, hasta esa corrupción en contra de quien acude a las ventanillas públicas, municipales o estatales, a realizar algún trámite menor y que tenía que entregar desde 50 hasta cieno o 200 pesos para agilizar o lograr el trámite necesario, casi siempre para seguir trabajando sin molestia alguna de oscuros inspectores.
Esa corrupción, la de la ventanilla, la que tenía que enfrentar el ciudadano común,  fue la más dolorosa y el arma con el que el ciudadano se vengó de la actuación de los gobiernos priistas, sin ponerse a ver si el “coyote” corruptor era o no priista, el día de la elección, ya sea votando en contra o simplemente no acudiendo a la casilla, aun y cuando en las encuestas hubiese asegurado ir a votar y hacerlo a favor del PRI. ¡Vaya chasco se llevó el partido y sus candidatos!.
Y, por último, el tercer punto: el de la “militancia lastimada por promesas incumplidas”. Demasiado tarde se dieron cuenta los dirigentes que su base de militantes, aquellos que recibían a sus candidatos con aplausos, porras, eufóricos y alentándolos a ganar, y que sin dar señal alguna de suverdadero sentir, supo “cobrarle” la factura de haber sido ignorado y hasta menospreciado por quienes creyeron no necesitar de esa militancia para ganar, pensando que era suficiente decir quién era y qué había hecho.
Esa “militancia lastimada por promesas incumplidas” ya no estuvo dispuesta a permitir que sus candidatos y dirigentes se siguieran burlando de ella, utilizándola como simple papel higiénico, un objeto desechable, creyendo que no era importante slucionar sus problemas micro, sus personales, los que viven día a día, porque bastaba con “rasgarse las vestiduras” a favor de las reformas hacendaria, energética o educativa.
Los priistas recibieron un serio “golpe” de esa militancia, que “pegó” como nunca lo había hecho en contra de su partido y sus candidatos. Ni siquiera eso sucedió en 1995.
Así, pues, interesantes sin duda los tres “errores”, entre varios más, que refirió Alberto Mora para encontrar, o tratar de encontrar, una explicación a la desastroza derrota del pasado domingo siete de junio.
¿Entenderá el PRI la lección o creera que la ciudadanía seguirá entregándose da por una despensa, no obstante que ya le demostró que no será así? Al tiempo.