Hay un tema impostergable, entre los muchos que tienen que ver con las nuevas formas en las que se deben enfrentar los problemas de la zona metropolitana: el mando único policial.
Salvo el nuevo alcalde de Tlajomulco Ismael del Toro, ninguno de los nuevos presidentes municipales de la zona metropolitana esbozó cómo pretende enfrentar el creciente y complejo tema de la inseguridad pública en la ciudad.
De nada sirve que en el discurso los nuevos alcaldes señalen que están comprometidos en regresarles la tranquilidad a los ciudadanos, si no toman medidas concretas y efectivas que lo consigan.
La realidad nos grita una y otra vez que Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá, Tlajomulco y El Salto ya no pueden seguir enfrentando los fenómenos de la inseguridad con los mismos esquemas con lo que lo han venido haciendo.
La lógica señala que, si estos seis municipios conforman ya una mancha urbana sin fronteras reales, resulta absurdo seguir sosteniendo el formato actual en el que cada uno de ellos mantiene, a su manera, su propia policía.
Realidades.
La nueva realidad de la zona metropolitana en materia de seguridad nos lleva a conclusiones como las siguientes:

  1. Los fenómenos delictivos y de inseguridad no son privativos de cada uno de los municipios sino que, como sucede en toda zona conurbada, tienden a ser uniformes.
  2. Quienes agreden a los ciudadanos violando las leyes no limitan sus actividades al municipio del que son vecinos, sino que toman toda la mancha urbana como zona de acción.
  3. Mientras los delincuentes no están limitados por condiciones de competencia, fuero o territorialidad, el actual esquema de policías municipales limita la capacidad de acción de las corporaciones, dándoles ventajas a quienes delinquen.
  4. Las diversas condiciones en número de elementos, equipamiento, tecnificación y capacidad táctica, que existen entre las corporaciones policíacas de Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque, Tonala, Tlajomulco y El Salto, son otro factor que beneficia a los delincuentes.
  5. La autoridad de un municipio, pongamos por ejemplo Zapopan, no puede asegurar que está garantizando la seguridad de sus habitantes mejorando el número de policías y sus condiciones de operación, pues los zapopanos se mueven por toda la zona metropolitana, y no únicamente en su municipio.

Como se ve, las nuevas condiciones de la zona metropolitana, y su complejidad, obligan a encontrar nuevos esquemas para solucionar el tema de la inseguridad.
Ventajas del mando único.
Unificar a las policías de estos seis municipios en una sola corporación, bajo un solo mando, traería grandes beneficios a la ciudadanía que vive o visita la ciudad.
Permitiría realizar mejores estrategias para prevenir y combatir la delincuencia.
Generaría condiciones para realizar una labor eficaz de investigación e inteligencia para ganarles la batalla a los delincuentes.
Permitiría contar con una fuerza muy superior y con mejores estrategias y tácticas para enfrentar con eficiencia al crimen organizado.
Haría más eficiente la inversión que se hace en la materia y facilitaría la coordinación con las policías estatal y federal.
Lograr el mando único y una policía metropolitana, que sustituya a las actuales municipales, requiere de una estatura y de una alta responsabilidad de los nuevos alcaldes.
Pero también requiere de la presión de los ciudadanos, que somos los principales afectados si este cambio no se da, para obligar a los presidentes municipales a hacer a un lado su visión patrimonialista del poder y a darnos las respuestas que estamos necesitando.