El miércoles pasado el ex dirigente sindical de la Coparmex, Pablo Lemus Navarro, escribió en el periódico Mural un texto que tituló -y al que ya hice referencia en una entrega anterior- “Pensar en grande”, en el que criticaba la decisión del gobierno de hacer elevada la Línea 3 del Tren Ligero bajo el argumento de que “tendrá un impacto negativo para vialidades como Avenida Laureles, Ávila Camacho -donde tiene una casa de su propiedad y de la que se acaba de mudar- o Revolución”.
Simplista como es en el manejo de sus argumentos y en sus conclusiones, el ex dirigente sindical asegura que “fue simplemente una imposición del Gobierno federal el que la línea sea elevada…”.
Y luego ofrece, simplista también, la solución para que el gobierno cumpla su capricho de realizar la Línea 3 subterránea. Dice:
“Es un magnífico proyecto, si podemos conseguir en conjunto, sociedad y gobierno, los recursos necesarios para construirla de forma subterránea. La inversión total del proyecto elevado es de 17 mil millones de pesos, se calcula que el incremento por su realización de forma subterránea podría ser del 40%, es decir 6,800 millones de pesos adicionales, recursos que con capacidad y voluntad de negociación se pueden conseguir con el Gobierno federal, la iniciativa privada o, en último caso, con un endeudamiento de largo plazo…”.
Al final de su texto pregunta:
“¿Tú te quedarás con el cargo de conciencia o nos ayudarás a convencer a la autoridad a pensar y ejecutar en grande?
Seis días después, el matutino que le publica sus textos le respondió a su pregunta e inquietud con una nota en portada que publica hoy como principal bajo el siguiente encabezado: “Resulta inviable tren subterráneo”.
El diario señala en el cuerpo de su nota que si la Línea 3 se construye subterránea “aumentaría 9 mil 333 millones, es decir, un 53 por ciento más”, y no los 6 mil 800 de pesos, o sea el 40%, que el ex dirigente sindical señala en su texto.
El diario publica la opinión del doctor en Urbanismo, José Javier Gómez Álvarez -ignoro si es de los Gómez Álvarez que también se oponen a la línea elevada por tener propiedades en la colonia Seattle y consideran que dicha obra afectaría el valor de las mismas-, quien advierte que con el tiempo la línea elevada podría “resultar más caro, porque es más costoso su mantenimiento y acentuaría el problema de inseguridad en el sitio”.
Pero también incluye la opinión del sociólogo e investigador de la UdeG, Alfredo Rico Chávez, quien hace a un lado el pesimismo y considera que dependiendo del proyecto que se desarrolle debajo de los tramos elevados “se puede propiciar la interacción de las personas con parques lineales”.
Ejemplifica lo que sucedió en la avenida Normalistas, donde se construyeron parques lineales y se recuperaron áreas verdes que el ciudadano se apropió de ellos, y ahí pueden realizar actividad de convivencia y recreación, advirtiendo que tendrían que ser espacios muy iluminados.
La duda que me queda después de ver esta nota que como principal publica hoy en su portada el diario Mural es: ¿Acaso el matutino no piensa en grande”.
Ahí se los dejo.